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Políticas 4x4

La Iglesia está llamada a adaptarse a los tiempos y profundizar activamente en valores como la compasión, la piedad o la justicia. Y alejarse quizás de ciertos modales legionarios. Pero debería mantener inalterable el fomento de la religiosidad popular. Se debe explicar a quien apuesta por erradicar la Semana Santa que a Jesús lo mató la curia de su tiempo, y eso es lo que se recoge en las manifestaciones de estos días. Va dirigida la reflexión a quien eliminará Ben Hur de la programación cuando gobierne o a quienes demuestran sus complejos sobre la confesionalidad de los cargos públicos o sobre la utilización del eterno femenino, por ejemplo.

Procesión. Vemos a Sandra Gómez con su atuendo de Ruth, procesionando serena hace unos días, cumpliendo una costumbre personal en la Semana Santa marinera, ajena a la reacción que se ha instalado en las instituciones. Su opción personal debería observarse como lección para algunos de sus colegas y resulta didáctica a la hora de convencernos de que, realmente, ser de izquierdas y demostrar empatía hacia el fenómeno espiritual y la costumbre no debe ser tan difícil.

Trincheras. Hay cosas que se curan con la edad, o viajando. Bienvenidos pues los nuevos gobernantes a la realidad. Dista mucho la decisión de la regidora socialista de esa pretensión que desde el soviet pretende arrinconar el elemento religioso, regular la fiesta o como se ha sugerido, eliminar la «cosificación» de la mujer en las Fallas. El objetivo de esta cruzada -según defienden- sería fomentar la igualdad. Ya me dirán como se compadece el humor y la sorna con semejante ocurrencia. ¿Acabaremos encargando un estudio para investigar la incidencia de la combustión hogueril en el calentamiento global?

Inquisición. Anida un virus intervencionista en la nueva Administración. La única solución para los émulos de Bernardo de Gui que pretenden dictar como deben ser los ninots para no ofender a sus cánones de igualitarismo sería poner un inquisidor detrás de cada Baenas, Santaeulalia o Carsí en su proceso de creación. Evitarían así esa tentación a la afrenta hacia la condición femenina que -según ellos- se produce cada año. El inquisidor de «En nombre de la rosa» -junto al bibliotecario Jorge de Burgos- era el encargado de perseguir que los monjes rieran. Mueca diabólica, señalaban. Esperamos que surjan los Adso de Melk o un Guillermo de Baskerville en la Junta Central Fallera para que nos asista. Señor Fuset, haga algo, en memoria de Umberto Eco.

Problemas reales. Remover los cimientos de determinados consensos sólo puede obedecer a una estrategia. Esa tendencia a la escandalera no parece esconder otro propósito que tapar el desgobierno con la provocación. Ante la ausencia de soluciones de calidad, algunas iniciativas rozan el esperpento. Por ejemplo, ¿qué tal si algún gobernante plantea soluciones serias al problema de la infrafinanciación que convierte a los valencianos en desahuciados y morosos? El presidente de Cierval, José Vicente González, suele realizar propuestas justas. Esta semana apostó por condonar la deuda histórica o refinanciarla con una quita del 50%. Ni Rajoy, ni Sánchez, ni Iglesias naturalmente -y de Rivera mejor no hablar en este caso- parecen dispuestos a afrontar el problema. Sus delegados locales tampoco ponen en apuros a sus líderes, para qué vamos a engañarnos.

La fiesta. Soluciones ni una. A cambio mucha política gallinácea, que sale gratis. A ver. La condición femenina no está en peligro ni en la fiesta ni en la política. La vicepresidenta del Consell Mònica Oltra es la prueba. Es la «jefa», la interlocutora y la fallera mayor si me apuran. En una reciente reunión con empresarios/as -los encuentros más o menos discretos son periódicos y cordiales- los patronos se sorprendían del salto cualitativo de Oltra. De la Mònica enragé y pancartera a la Mònica institucional y estadista. «Es otra persona». Su participación en la ofrenda -por otro lado habitual- no es a beneficio de inventario, no obedece simplemente al baño de masas. Es el rasgo de una política 4X4, que ignora complejos y barreras, derribando los tópicos internos. Someterse a la auditoría del público es un gesto cargado de intención.

«Molta honorable». En su reciente visita a Valencia, Pedro Sánchez no sólo evidenció sus preferencias personales, sino también ungió como líder nacional a Oltra. Los valencianos -que somos un poco papanatas- sólo otorgamos trascendencia y valor a un profesional, un actor, un presentador de TV o un político si desfila en Madrid. Entiendo la incomodidad del president Puig en este menage a trois. El protocolo fallero de Sánchez no sólo impuso a Oltra galones nacionales sino que, además la acerca un poco más a la condición de "Molta" Honorable. Y perdonen la licencia. Puig hace bien en pertrecharse con web propia, un portavoz a lo Jay Carney -el de Obama- y todo lo que pueda.

El cantón y el PP

Cercado por su involución autodestructiva, el PPCV se ha cerrado en banda a alterar el statu quo provincial, algo que impulsa el gobierno tricolor del Consell no sin resistencia interna. Sin embargo, la fe en la estructura provincial decimonónica de los populares no radica tanto en la convicción práctica como en salud particular. El PPCV cree más en las circunstancias que en el territorio. No siendo autonomista de origen tuvo que hacer un curso acelerado para creerse las instituciones del autogobierno cuando llegó al poder en el 95. Luego demostraron una gran habilidad para asentarse en las mismas. Conservando como conservan a duras penas el poder provincial en Alicante y Castellón difícil será que en algún momento respalden el vaciado de competencia de las diputaciones pues allí sobreviven como en la aldea gala. No en balde a la corporación provincial de Alicante la han bautizado, tiene miga, «Gobierno Provincial».

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