Alguien podría acusarme de anglofilia por el título que he escogido, pero se equivocarían pues el idioma que me gusta hablar realmente es el francés y mi segunda cultura es esa; por lo que peco más de afrancesado que de otra cosa. No obstante es típico entre los anglosajones despedirse con el deseo de que tengas un buen día y eso está muy lejos del francés «Hasta la vista» o de nuestra costumbre de espetar un adiós, que sintetiza aquella frase del pasado de «vaya usted con Dios».

No me negarán que entre expresar el deseo de que tengas un día lleno de buenos momentos y el encomendarte a un nuevo encuentro o a que sea Dios quien se ocupe de ti hay mucho camino a recorrer. Por eso, me gusta terminar mi saludo con ese buen deseo para el día, la semana o el fin de semana de mi interlocutor y les confieso que siempre que lo hago recibo como regalo una preciosa sonrisa.

Cuando en la mañana dejo a mis hijos pequeños en el colegio, me gusta saludar a la señora que controla el acceso llamándola por su nombre y cuando salgo, después de dejarles con sus compañeros siempre le deseo que tenga un buen día, a lo que ella me responde con los mismos deseos y una gran sonrisa. Ya ven, que te reconozcan por tu nombre y te saluden o que expresen un deseo positivo es algo que puede contribuir a que tengamos un buen día.

La tesis de esta columna es que la felicidad no es algo grandilocuente y que a todos nos es posible acceder a la felicidad que no consiste, desde luego, en tener más sino en acumular momentos de bienestar, horas de felicidad o segundos de satisfacción.

Lejos de pensar que la felicidad se mide en meses o en años, sostengo que cualquier medida de tiempo es válida para evaluar cuán felices somos, desde la sensación del rayo de sol sobre nuestra piel hasta la comida en familia, el abrazo al amigo o el beso apasionado. Todo vale y todo contribuye a hacernos felices pues es la misma fugacidad del tiempo y la escasa duración de nuestras vidas lo que hace que cada momento cuente y sea irrepetible. De ahí mi sincero deseo de que el lector o lectora tenga un buen día y mi agradecimiento por haber dedicado unos minutos a leer estas opiniones que sí, lo han adivinado, es mi forma de desearles que este día venga cargado de buenos momentos y que sepan disfrutarlos pues una de las características de la felicidad de la que no se habla demasiado es que ésta no advierte y debemos estar siempre expectantes para no desaprovechar esos momentos felices que, como regalos, nos ofrece cada día.

Por todo lo anterior espero que me permitan el anglicismo de despedirme deseándoles que pasen un buen día y no con un simple y frío adiós.