Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Huesos de muerto

Tenemos a los pobres muertos, que no pueden descansar con tanta magia yoruba, rito afrocubano y santería, más las hechizos de matriz local y el tráfico de cenizas de Juan Gabriel y de la momia incesante de Evita, a cargo de los hermanos de América. Embridan los huesos de cristiano y los trufan con plumas, pajaritos secos y cuentas de colores. Cocina sobrenatural. En los hatillos de huesos, recuperados por los submarinistas en los acantilados de Ifac (que suena a puerta del inframundo), han aparecidos nombres de contribuyentes reales y hasta declaraciones de la renta en regla.

Lo que no se ha podido aclarar es si el sortilegio pretendía eludir la vigilancia de Hacienda o dar con los medios para cumplir con ella. O, lo que sería realmente maléfico: provocar una inspección fiscal del ciudadano atrapado en las redes del conjuro, cosa que no me extrañaría pues el titular (en funciones) de la cartera, Montoro, tiene cara de cobrarles a todos, menos a quienes usan la magia fiscal de San Apple o San Google. Sea por Dios o por el diablo (que el presbítero Losantos ve en Podemos), a la gente la veo muy crédula. Y ahorrativa: hacer el mal es más barato que hacer el bien, pero es menos inteligente, circunstancia que los tarugos aprovechan para elaborar las parrillas de la televisión, donde más de uno va a arder como Sant Llorenç, pero sin hacer méritos.

La gente se lo cree todo. Incluso se creen las Olimpiadas y hasta piensan que Rusia practica el doping de estado, cosa notable pues como decía el ciclista Vicente Belda, no se hace el Tormalet «amb un bollidet i carn torrada». Aunque seas más hombre que los rusos y de eso, no hay. Una vez sospeché que me estaban liando con un maleficio y recurrí a un amigo brujo de Eivissa: «¿Quieres devolver el mal que te desean?», me preguntó. «No, sólo hacerme un escudo», contesté en la línea del posibilismo socialdemócrata. Las cosas fueron a mejor, pero yo no deje de dar con el mazo. Al final pudo más la curiosidad, el impulso (científico) de leer el prospecto. «¿Qué lleva el amuleto?», pregunté. «Flores de angélica, una llavecita y tierra del cementerio», me dijo.

Compartir el artículo

stats