Ahora que el Gobierno en funciones de Mariano Rajoy ha cerrado la puerta giratoria del Banco Mundial al exministro Soria „gesto tan justo y necesario como novedoso en la tradición del ejecutivo actual„, el Consell abre la puerta grande de la Administración valenciana a los más de cinco mil interinos que ha acumulado en más de una década y de los que 4.512, según los datos oficiales, entraron sin superar proceso selectivo alguno ni figurar en bolsa de trabajo. A dedo, vamos, para entendernos.
Vale que los niveles de precariedad en la Función Pública son excesivos „uno de cada tres empleados es interino„, vale que la situación es heredada de veinte años de gobiernos del PP, vale que los sabios a los que el Consell encargó un informe incluyen la regularización del personal interino entre su centenar de propuestas y vale que todas las conselleries andan caninas de personal para buscarles las cosquillas a los pocos que tienen. Pero uno no puede dejar de pensar dónde quedan con medidas de este tipo los principios de igualdad, mérito y capacidad. Esos que suenan tan bien en la Constitución, pero tienen una extraña tendencia natural al papel mojado.
¿Dónde queda la igualdad de oportunidades si a todas estas personas, cuya competencia y esfuerzo no se pone en cuestión a priori, la Conselleria de Justicia y Administraciones Públicas les pone ahora la alfombra roja „en forma de puntos y puntos por la experiencia acumulada o por cualquiera otra vía extraordinaria„ para pasar a ser funcionarios con todas las de la ley?
Dejemos al margen la ingenuidad política (o no) de asumir a un personal que entró en la casa pública cuando otros tenían las llaves y estemos atentos a la opinión de los sindicatos, que algo tendrán que decir. Y se podrá alegar que esta será la última vez, pero algo así ya escuchamos hace unos años y va a ser que no, que aquel punto final eran puntos suspensivos. Como estos?
