Resulta paradójico que el mismo día que el mundo se estremecía con la victoria de Donald Trump, aquí el presidente Ximo Puig presentaba el anteproyecto de ley de Memoria Democrática y para la Convivencia de la Comunitat Valenciana. Luces y sombras de un día en el que lo primero acabó por eclipsar a lo segundo. Conviene pensar en la importancia que tiene la aprobación de esta ley, tanto por su contribución a la recuperación de la memoria, así como, por la pretendida reparación de la dignidad de las víctimas. Ambas cosas, casi borradas de nuestra historia.

Cuando intentas distinguir la derecha de la izquierda, aquí encuentras un claro ejemplo de ello. Ha sido necesario un gobierno progresista para que los valencianos y valencianas veamos alumbrar una ley tan importante como esta. Una norma que, además, ejercerá de símbolo de nuestro propio autogobierno: ese espacio político desde el cual también cabe la diferencia.

Resulta de suma importancia la implicación de las instituciones en algo tan vital como es la recuperación de la memoria histórica: la que nos fue robada, fusilada e incautada. Solo en nuestra comunidad se estima que hay unas 300 fosas comunes y cerca de 11.000 personas enterradas por las cunetas de las carreteras. Hasta la fecha, la búsqueda y reparación de las víctimas del franquismo, es algo que se hace de forma altruista y desinteresada por parte de investigadores, particulares y grupos para la recuperación de la memoria histórica. Lamentablemente, en muchas ocasiones, con muy poca colaboración institucional. Por ello, resulta tan significativo el cambio de actitud que, al respecto, se impregna gracias al actual gobierno valenciano.

Sin embargo, más allá del ámbito autonómico, nuestro país requiere una catarsis. Es necesario que la derecha reconozca el golpe de Estado contra el gobierno democrático de la II República y la depuración llevada a cabo por el franquismo contra los vencidos tras la Guerra Civil. La cuestión es: ¿cabe la reconciliación sin este reconocimiento? Con 40 años de democracia a nuestras espaldas, ya es hora. Las víctimas necesitan resarcir su dignidad y la memoria histórica urge ser recompuesta. Con esta ley damos un pequeño y gran paso hacia adelante.