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Por la gracia de Federico

Cuando presidía el Congreso, Trillo imitaba al amigo de Bush en la intimidad, ahora que ya nadie va a castigarlo puesto que ha prescrito al igual que Aznar aunque él no lo sepa. Pues sí, por mucho que cueste creerlo Federico se las ha dado de chistoso y vaya puta gracia la suya.

El cartagenero que ingresase como número uno en el Cuerpo Jurídico de la Armada fraguó en perpétuo diputado cunero por la sencilla razón de que los paisanos con mando en plaza, pertenecientes al mismo barco, querían verlo a cuantas más millas de distancia, mejor. Ni Zaplana se fió nunca de él, lo cual es un grado.

El supernumerario del Opus estuvo dándolo todo hasta las tantas en un tablao la víspera de que Fraga traspasara el timón al discípulo, una entrega de diplomas que el cristiano de la rama aflamencada estaba convencido de que le reportaría misiones que solo alguien con piel de elefante sería capaz de llevar a cabo. Y así fue. El autor de El poder político en los dramas de Shakespeare se encargó no tanto de tareas legislativas como de iniciativas soterradas en situaciones molestas que llevaba al límite sirviéndose de su ascendencia en el laberinto judicial, da igual que estuviese Gürtel por medio o el incendio catalán.

Pero uno de los cometidos más exigentes fue el de meterse en la cabecita de Paco Camps para lograr destornillarla. Tom Cruise hubiese renunciado a la saga ante algo así, pero Federico no. Por eso quería Washington como recompensa y acabó a su pesar en Londres tras no recibir el plácet norteamericano. Si la Administración Obama hubiera recabado informes y llega a barruntar que éste es el hombre que no hizo nada por impedir que 62 militares del ejército aliado se estrellaran, seguro que le da el okey y, en cuanto pisa suelo, lo envía a Guantánamo. Buenos son. Ahora bien, dado que, pese a tanto footing, Rajoy cada vez suda menos los asuntos espinosos, Federico habría contado con su bendición para el gran desafío que hubiese sido convertir Guantánamo en un resort. Todo no se puede acometer, pero ya pensarán algo.

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