«Su historia, aún patente en su ADN,

forma parte de un orden nuevo,

de una nueva unidad

y de una nueva circunstancia»

Pepe Gimeno, primavera 2017

Valencia se está quedando sin librerías. ¿Adónde va una sociedad sin librerías ni editores? Cuando falla la cultura no hay pueblo ni ciudad ni país. El País Valenciano es prioritariamente municipal. La cultura es todo y nos permite ser humanos. Detrás de la cultura siempre está el fenómeno humano. Del gremio de la edición salen los agentes culturales que dinamizan el territorio. La edición aúna gestión cultural y negocio para seguir generando cultura. Cuando la sociedad carece de editores con envergadura algo falla. Los políticos han de reflexionar sobre un panorama ausente de cultura cuyo erial cada día cuesta más regenerar. La Comunitat Valenciana es resultado de un proceso de aculturación. El solapamiento de oleadas culturales nos lleva a ser cuanto somos. Han ocurrido hechos importantes, frenazos en seco y retrocesos clamorosos. La marcha atrás obedece a una maniobra de la ignorancia. Mala fe culturicida. Dirigida a esterilizar la urdimbre social que logró sobreponerse a adversas circunstancias.

Domènech. El 28 de abril el sindicato UGT celebró su homenaje al desaparecido Josep Lluís Domènech (Alberic, 1952-2016), lingüista, sicólogo y activista valenciano. Era miembro de la Acadèmia Valenciana de la Llengua y fundador de la asociación cultural «Obres o Trobes». Dimensión ignorada en un personaje polifacético y muy valorado por quienes compartían con él proyectos voluntaristas. Su generosidad -que iba de la política a la lengua, la cultura y el sindicalismo- merece el reconocimiento a una tarea ingente que resultó truncada el 18 de septiembre de 2016. Es inaudita la facilidad con que ha pasado página sobre su recuerdo la AVL a cuyo servicio dedicaba Domènech -con inteligencia y discreción- la mayor parte de su tiempo en un cometido irremplazable.

Colom. Han sucedido acontecimientos singulares hacia la normalidad cultural. El 31 de marzo inauguró su exposición el pintor Vicente Colom en el claustro románico de Santo Domingo de Silos en tierras burgalesas. Cerca de Soria, dónde Antonio Machado daba clases de francés. El trazo preciso de la plumilla de Colom se transforma en el trabajo que sublima la interpretación de capiteles, tanto de Silos como de múltiples enclaves europeos. En Europa está nuestro hábitat y nuestro sentido. La obra es fruto de su inquietud y curiosidad. Aparte de pintar y dibujar hay que saber ver para crear. Vicente Colom une a su capacidad de síntesis la intensidad de su trabajo y un hábil sentido de la oportunidad. La obra de arte que prevalece y se multiplica es la que llega al espectador que la valora. En ese cometido Colom es maestro para atraer a más de sesenta seguidores valencianos que le acompañaron en Silos, junto al Abad, Fr. Lorenzo Maté, asombrado de su capacidad de convocatoria.

Gimeno. La cultura no tiene fronteras ni distancias. Pepe Gimeno en plena madurez expresiva ha vuelto a impactar con sus producciones encadenadas más allá del diseño. En la galería recóndita Mr Pink, su exposición «al hilo del pensamiento» -desde el 4 de mayo- trasciende la realidad artística valenciana. No plasma conceptos trillados ni se esmera por congraciarse con el espectador complacido. Se compromete con su obra. Su fuerza obedece al impulso conductor en el pensamiento, la expresión y el fenómeno comunicativo. De la nada a un torbellino de vectores que no son inocuos y nunca dejan impasibles. Desde los materiales inanimados al diálogo íntimo en la expresión del arte. Un esfuerzo transportable a los centros internacionales de cultura en Estados Unidos o por Europa. Experiencia explorada con otras composiciones.

Sebastián. En 2002 Francisco Sebastián Nicolau creó una escultura en acero corten, conmemorativa del centenario de la Asociación Naviera Valenciana. Entidad empresarial aglutinadora del núcleo duro de la actividad portuaria en València. Se ubicó en un lugar destacado junto al edificio del Reloj. Allí se mantuvo hasta los fastos de la Copa del América, cuando sus organizadores decidieron que la escultura molestaba y se debía ocultar. De ahí se llevó a alguna dependencia de la Autoridad Portuaria. Nunca más se supo de aquella escultura de tres metros de altura. Menosprecio de la cultura y del arte. Es paradigma de la apatía hacia la creatividad y el simbolismo. Se pierde el rumbo cuando no se respeta el arte, las instituciones y su significado.

En la interacción cultural hay un hilo conductor, a veces inteligente y sugestivo, que lleva a que Pepe Gimeno diseñe el catálogo de Vicente Colom en Silos, cuya exposición hizo posible F. Sebastián Nicolau. No hay casualidades sino dedicación y conocimiento que hacen de la cultura un proyecto coral de quienes comparten sensibilidades. A pesar de todo.