Nuevo récord insostenible. La Seguridad Social lo volvió a batir: 8.790 millones de euros pagados el pasado mes de agosto a 9,5 millones de pensionistas. Los ingresos no lo cubren pero no hacer nada es la respuesta en la que gobierno y oposición coinciden.

Y coinciden porque ningún partido quiere pasar a la Historia como autor de una o varias de estas soluciones: recortar las pensiones, subir las cotizaciones y los impuestos o sacar la tijera en otras partidas del presupuesto para compensar este gasto imparable.

No, esperar a que lo arregle el médico chino no es una opción. Como tampoco lo es aguantar el tirón mientras aumenta el número de cotizantes gracias a la mejora del empleo, una especie de cuenta de la vieja que se hace el Gobierno de Rajoy.

Aunque superemos la ecuación sueldos miserables-trabajos precarios y se reduzca la tasa de paro, el problema ya tiene dimensión estratosférica. Este sistema petó y ni lo admiten ni lo afrontan.

Los datos no resisten la prueba del algodón. Se incrementa sin tino el número de pensionistas y la paga que reciben. Hace tan solo una década, en 2007, recibían pensiones contributivas unos 8,3 millones de españoles que costaban 5.600 millones al mes.

Hoy la cifra de perceptores ha aumentado en casi 1,2 millones de personas y el dinero público mensual que se necesita para afrontar sus nóminas requiere 3.200 millones más.

Con este susto y a peor -la tendencia demográfica futura es para echarse a temblar- nos quedamos sin parches a pesar de prolongar la edad de jubilación. La hucha de las pensiones, que tenía 66.000 millones, se la han fundido casi enterita y ya es un clásico que la Seguridad Social dispare cada año su déficit.

Entre los otros remiendos está el ridículo 0,25% de revalorización de estas pagas cuando la inflación se ha incrementado seis veces más, una situación que está provocando una pérdida insultante de poder adquisitivo.

Y para terminar de cuadrar la cuenta de la vieja, dos decisiones más. La primera: para seguir renqueando, este año Hacienda inaugura un préstamo a la Seguridad Social de 10.000 millones. La segunda es de millo molido. La ministra de Empleo cambia su discurso de moderación salarial para arengar ahora a los empresarios a que suban los sueldos y arañar así perrillas a la cotización.

Como se aprecia, todo con una escasa visión de futuro porque es así como hacemos las cosas en este país. ¿Y el año que viene y los siguientes? Dios proveerá y si eso, pues ya vemos qué hacemos. Hasta que los apaños no sirvan, las cuentas de la vieja no salgan y nos terminen diciendo lo que hoy nos niegan: que la mejora de la recaudación por el aumento del empleo sólo servirá para reducir el tamaño de un tremendo agujero.