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El centro de Europa: la persona

La contribución del cristianismo a la construcción del futuro europeo, eje del congreso organizado en Roma

La Comisión de los Episcopados de la Comunidad Europea ha organizado en Roma, en colaboración con la Santa Sede, un congreso acerca de cuál ha de ser la contribución del cristianismo en la construcción del futuro de Europa. El título, en inglés, rezaba así: "(Re)thinking Europe". Asistieron representantes de la Comisión y del Parlamento europeos, que dieron cumplimiento de este modo a lo que se establece en el artículo 17 del Tratado sobre el funcionamiento de la Unión Europea, a saber, que mantendrá un diálogo abierto, transparente y regular con las iglesias que gocen, en ella, de un estatuto legal. El Papa intervino en el encuentro con la lectura de un discurso memorable. Con él, Francisco ha escrito un nuevo e importante capítulo de su magisterio sobre Europa, que se ha de leer sin solución de continuidad con los pronunciados en Estrasburgo, en noviembre de 2014, ante el Parlamento Europeo y el Consejo de Europa, y en el Vaticano, el pasado 24 de marzo, ante los Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea reunidos en la Ciudad Eterna para la celebración del sexagésimo aniversario de la firma del Tratado de Roma. Para el Papa, el servicio más importante que los cristianos pueden brindar a Europa es, dicho en pocas palabras, el de recordarle que ella no es una mera agrupación de cifras o de instituciones, sino que está formada por personas. Y sostiene que la base sobre la que se ha construido Europa se halla en la antropología bíblica, desde la que san Benito supo articular la vida en común de los monjes y la de los pueblos que se crearon, por todo el continente, en torno a los monasterios. Para el santo de Nursia, dijo el Pontífice, "no hay roles, hay personas: no hay adjetivos, sino sustantivos". Otorgar la primacía a la persona no equivale a dársela al individualismo. Al contrario, la primera es relacional, sociable, comunitaria; el segundo, no. Y es porque el hombre, creado por Dios a su imagen y semejanza, tiene, en la Trinidad divina, el origen de su "ser hacia", de su "ser para", de su "ser con". La soledumbre lo mata. Precisa de compañía. Y sobre estas dos nociones basilares, persona y comunidad, se alzan otras que son especialmente oportunas en la coyuntura actual internacional: diálogo, inclusión, solidaridad, desarrollo y paz. Aunque ha nacido lejos, allende el Atlántico, el papa Francisco es clarividente acerca del devenir de Europa, y ostenta, por ello, además de por su enorme prestigio moral en todo el mundo, un liderazgo indiscutible entre aquellos que tienen el encargo de conducir nuestro continente hacia un destino en el que, sin desdeñar los números ni las instituciones, se anteponga la persona a cualquier interés puramente estratégico, economicista o ideológico.

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