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A las reinas magas del mundo

A veces me gustaría seguir creyendo que existen los Reyes Magos y, que tras pedirlo en una inocente carta, al amanecer allí, ens los zapatos brillantes estarán por lo menos algunas de estas peticiones. Pero la realidad es mucho más cruel y nada pasa solo por desearlo mucho.

Yo he estado pensando qué hubiera pasado si en lugar de ser reyes magos fueran reinas magas y feministas, claro. Y que si en lugar de nacer un niño que (según los textos secretos era un revolucionario comunista), hubiera sido niña, María Jesús, una gran feminista.

Los regalos que las reinas magas habrían hecho a María Jesús serían los siguientes:

En lugar de oro, incienso y mirra, dejarían en aquel pesebre donde habría un montón de matronas cerca de María que no era virgen, cuentos de mujeres maravillosas de la historia que revolucionaron el mundo; no habría ni un solo cuento de príncipes, ni de héroes. Dejarían manuales contra el mito del amor romántico, nunca habrían permitido que se les agujeraran las orejas hasta que no lo decidieran ellas ya con una cierta edad, ni tampoco habrían permitido que las hubieran bautizado antes de que se dieran cuenta. Además, cada una elegiría la religión a la que quisiera pertenecer, o no pertenecer a ninguna. Desde luego, la ablación estaría prohibida en todas las partes del mundo, las guarderías serían gratis y no habría juguetes sexistas. También serían gratis las residencias para mayores, tanto de día como de larga estancia, la enseñanza, incluída la universidad, que sería obligatoria, tendría unos materiales escritos con lenguaje inclusivo y con perspectiva de género.

En todos los ámbitos empresariales, públicos y privados, la mitad de los equipos de dirección serían liderados por mujeres feministas, estarían prohibidos los programas como Gran hermano y toda esa basura similar, no existirían concursos de belleza, ni fiestas sexistas con procesiones de las jóvenes semidesnudas y vestidas para la ocasión. Las iglesias serían espacios laicos y las mujeres se reunirían allí para transmitir feminismo. El permiso de maternidad y paternidad sería de año y medio obligatorio e intransferible, las mujeres cobrarían lo mismo que los hombres por trabajo del mismo valor, no existiría techo de cristal y los hombres educados en la igualdad y el feminismo compartirían las tareas del cuidado y del hogar. Los medios de comunicación estarían liderados por hombres y mujeres feministas, por lo que no habría sexismo, ni publicidad que incite al machismo. Los horarios laborales serían compatibles con la vida familiar y personal.

Con todos estos antecedentes no existiría prostitución, ni se permitiría el alquiler de úteros. La violencia de género nunca existió en un mundo igualitario, sórico y solidario, por lo tanto las mujeres saldrían con toda libertad a la calle a cualquier hora y vestidas como les diera la gana. No habría agresiones sexuales, porque en la escuela se habría enseñado educación sexual y se habría dialogado sobre el placer y sobre el consentimiento.

No sé si María Jesús terminaría en la cruz o no, pero estoy segura de que su revolución habría sido feminista, que la habrían seguido millones de hombres y mujeres, porque habría podido viajar sola sin ningún problema y sembrar feminismo. Yo necesito creer en las reinas magas feministas, y en tantas y tantas feministas que hacen cada día una pequeña revolución, que es la gran revolución pendiente.

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