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Todavía quedan abruptas paredes de lo que un día fue un pueblo. A unos 15 kilómetros de Alcudia de Veo resisten al tiempo pedregosos y viejos esqueletos de moradas, e incluso de la iglesia. Jinquer, en pleno corazón de la Serra d´Espadà, es un claro ejemplo de pueblo abandonado en la provincia de Castelló. En sólo cien años ha vivido el deleite de alcanzar el máximo número de habitantes y el malogro de convertirse en una villa fantasma.

El escritor y periodista valenciano, Agustín Hernández, explica que el abandono de Jinquer se produjo durante la Guerra Civil «después de haber llegado a tener un centenar de habitantes y 28 casas en el año 1913». Cerca de Jinquer también se pueden encontrar innumerables restos de la Guerra Civil, sobre todo trincheras, «porque el frente estuvo parado en esta zona durante bastante tiempo», añade Hernández.

El escritor ha dedicado varios años a recorrer lugares recónditos y olvidados por toda la geografía española. En su visita a Jinquer describe que el acceso por la pista forestal muestra un paisaje «modelado por la mano del hombre, con tableados abandonados y bosques de pinos».

El municipio de Alcudia de Veo estaba formado por cuatro núcleos urbanos: Jinquer, Veo, Benitandús y Alcudia de Veo. Actualmente, Jinquer es el único que ha sufrido el fenómeno de la despoblación. En el otro extremo está Veo que ha visto como ha aumentado el número de habitantes población en los últimos años, tal como añade el escritor valenciano. Uno de los fenómenos que Hernández califica como «curioso» es la convivencia de dos lenguas en un mismo pueblo.

Diferentes lenguas

«Los vecinos del núcleo de Alcudia de Veo hablan en castellano pero en la aldea de Veo la lengua que usan para comunicarse es el valenciano, igual que en Benitandús. Además, sospecho que en Jinquer también se hablaba en castellano por estar más cerca de Algimia de Almonacid», añade Miguel Hernández.

Otro municipio, que se encuentra prácticamente deshabitado, es Bibioj, situado en Villahermosa del Río, en la comarca de l´Alt Millars. Se trata de un lugar en el que sólo hay cinco habitantes empadronados pero que es muy conocido por los excursionistas, según explica Hernández. No obstante, «la realidad es que cuando accedes a esta aldea, ves un pueblo totalmente asolado por el abandono sufrido en los años 60. En 1956 vivían una decena de personas y el paisaje era bien diferente al actual», reseña el escritor. Hernández apunta que Bibioj ha padecido la misma situación que muchas aldeas y masías situadas en la cara sur del Penyagolosa. «Son pueblos podres que crecieron durante el siglo XIX y principios del XX pero ahora, la mayoría, se están hundiendo entre el tiempo y el silencio, si es que no han caído ya definitivamente», explica Hernández.

Tolodella y l´Alcora

Por otro lado, en el término municipal de la Tolodella aún se ven restos del poblado románico de Saranyana. Su origen es anterior a Todolella y se baraja la posibilidad que sea la ciudad romana de Sarna mencionada en la Ora Marítima de Avieno. Actualmente, solamente quedan los muros y el ábside de la iglesia románica, el ayuntamiento y una casona señorial.

El Mas del Rotgle, en l´Alcora, es otro pueblo que se vació en los años de despoblación de las masías en los años 60 y 70. Ahora, resisten alguna casa rehabilitada, aunque la mayoría están totalmente abandonadas.

Aunque no deshabitados, hay muchos pueblos en los que quedan restos de construcciones abandonadas. Es el caso de localidades como Benafigos (171 habitantes), Llucena (1.587 habitantes), Montanejos (818 habitantes) o Cortes de Arenoso (356 habitantes), entre otros.

En el caso de Benafigos aún permanecen en pie algunas de las tradicionales casas de tiempos ancestrales que se construyeron con la técnica de piedra en seco. La técnica consiste en la construcción únicamente con piedras sin ningún tipo de material para fijar la estructura. Otro ejemplo de masías deshabitadas es el Mas de la Torreta de Llucena, en la comarca de l´Alcaltén. Hernández comenta que su abandono no se ha podido evitar pese a su proximidad a la carretera de Llucena-Castillo de Villamalefa.

Por último, entre Montanejos y Cortes de Arenoso, en la comarca de l´Alt Millars, también hay varias masías en ruinas. Entre ellas, Hernández destaca el Mas de Los Molares y el Mas del Aceite, «las más bella expresión entre naturaleza y cultura».