Los más de 60 millones de euros en pérdidas por el picudo rojo que arrastra el Ayuntamiento de Castelló no parece que sea un inconveniente para que se sigan plantando palmeras. Es el caso de la avenida Capuchinos donde, después de talar varias palmeras afectadas por esta plaga, se están colocando nuevas. Ni el alto coste de las plantas –unos 12.000 euros cada una–, ni el de su mantenimiento –unos 400 euros por palmera al año– (cifras estimadas de la Asociación de Jardineros Profesionales de Castelló), ha hecho plantear la posibilidad de que las palmeras sean sustituidas por otro ornamento natural.

A este respecto, el alcalde, Alberto Fabra, afirmó ayer a Levante de Castelló que en zonas «tan emblemáticas como la avenida Capuchino, conocida como Palmeretes, o Buenavista, se intentará seguir manteniendo las palmeras ya que forman parte del paisaje». Por el contrario, en otros lugares «se podrán cambiar por otra planta sin ningún problema». Además, el munícipe aseguró que uno de los motivos por los que se está siguiendo con la plantación de palmas es porque el tratamiento «está teniendo buenos resultados». «En la plaza María Agustina, por ejemplo, se trataron algunas y, pese a que todavía se aprecia que las hojas de fuera están muertas, por dentro ya están naciendo nuevas», añadió Alberto Fabra.

Pese a los buenos resultados que el alcalde dice que se están obteniendo con el tratamiento contra el picudo rojo, lo cierto es que los ingenieros agrícolas coinciden en señalar que la erradicación será «casi imposible» y alertan de que se trata de una plaga «crónica», lo que exigirá tratamientos de prevención continuos, con el elevado coste que ello conlleva.

Cabe recordar que en toda la provincia hay, aproximadamente, 5.000 palmeras afectadas por esta enfermedad, 1.000 de ellas sólo en la capital de la Plana. La Conselleria de Agricultura, Pesca y Alimentación ya instó en su día a los ayuntamientos a realizar un plan de prevención y control, a hacer un censo y a designar un coordinador para ser el punto de contacto con los técnicos de la conselleria. No obstante, y pese a la gran afección, sólo 130 municipios de la Comunitat Valenciana están actuando para intentar erradicar la plaga.

El foco del picudo rojo se detectó en octubre de 2007 en el entorno del Parque Litoral de la playa del Pinar y llegó a Castelló en un cargamento de árboles infectados que procedían de Egipto, y que no cumplían los requisitos fitosanitarios. A partir de ese momento, la conselleria se vio desbordada por una plaga que aseguró tener controlada, pero que todavía carece de partida presupuestaria para la retirada y eliminación de las palmas afectadas.

Además de la falta de recursos, también han habido supuestas malas prácticas como la acumulación de restos de vegetación en vertederos irregulares, en lugar de remitirlos al vertedero de Godelleta (único autorizado por el Consell), un hecho sobre el que también se ha pronunciado el Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos y Peritos Agrícolas de Valencia y Castelló (Coitavc).

La Unión Europea

La Unión Europea también ha admitido la «gravedad» de la plaga del picudo rojo. Expertos de todo el continente han constatado el fracaso de las políticas emprendidas hasta ahora para combatir esta enfermedad.Por ello, se propone implicar a los particulares, potenciar los controles de importación de palmeras, fomentar la investigación e intensificar las relaciones entre las administraciones públicas.