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La Ribera pierde una docena de comunidades religiosas en dos décadas por la falta de vocaciones

La marcha de las Hijas de la Caridad que atendían el colegio de la Beneficencia de Alzira es la cuarta que registra esta orden en la Ribera Los franciscanos de Carcaixent, con más de 400 años de presencia, eran los de mayor antigüedad Dos congregaciones han dejado Cullera y una Sueca

La Ribera pierde una docena de comunidades religiosas en dos décadas por la falta de vocaciones

La historia se repite. La sociedad alcireña despidió la semana pasada a las últimas cinco hermanas de la comunidad de las Hijas de la Caridad que durante más de un siglo ha atendido el colegio de los Santos Patronos, conocido popularmente como de la Beneficencia ya que el objetivo principal cuando se fundó el centro hace justo 110 años era prestar ayuda a familias y niños necesitados, un servicio que todavía se ofrece a través del centro de menores ahora conveniado con la Generalitat. Una comunidad habitualmente formada por nueve hermanas se había visto reducida a cinco. La ausencia de relevo generacional por falta de vocaciones en Europa obliga a las órdenes religiosas a restructurar su obra y concentrar esfuerzos allí donde los considera más necesarios o disponen de menos alternativas. Una docena de comunidades de diferentes congregaciones religiosas ha dejado la Ribera en los últimos veinte años. La orden de las Hijas de la Caridad ha sido la última, pero no le resulta extraño este proceso de repliegue que ya había experimentado hasta en tres ocasiones en la misma comarca. Carcaixent es la ciudad que más comunidades ha visto partir y, además, en el período de tiempo más corto: cuatro en apenas seis años. Además, entre ellas se encontraba posiblemente la más arraigada, los franciscanos del colegio de San Antonio, presentes en la localidad durante más de 400 años. «No somos eternos», comentó el ministro provincial de los franciscanos menores, Juan Carlos Moya, durante la misa de acción de gracias que sirvió de despedida en julio de 2013.

Sólo cuatro frailes permanecían en el colegio de San Antonio cuando la orden decretó el cierre de la comunidad. Tres de ellos, además, jubilados. En el caso de las Hijas de la Caridad, de las cinco monjas que formaban la última comunidad en el colegio Santos Patronos tres de ellas tenían más de ochenta años y sólo una estaba en activo. La historia se repite.

El goteo de órdenes religiosas que han abandonado la Ribera ha sido progresivo aunque, acotando el análisis a las últimas dos décadas, se observa que se han cerrado una docena de comunidades. Una de la misma orden de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, con más arraigo incluso que las monjas de la Casa de Beneficencia, plegó velas en el verano de 1996. Se trata de las monjas que atendían el Hospital Municipal Santa Lucía desde el año 1876. En este caso, su marcha estuvo directamente vinculada al cese de la actividad en el centro sanitario donde trabajaban. Dejaron atrás 120 años de historia en Alzira y de servicio.

Antes de concluir esa década, en el año 1999, también dejaban el colegio de la Encarnación de Sueca las Hijas de la Caridad tras más de un siglo en el centro. «Se habían hecho mayores y no había vocaciones», recordaron fuentes del colegio, y casi a la vez cerraba sus puertas el monasterio cisterciense Fons Salutis de Algemesí. Cientos de vecinos acudieron al acto organizado para despedir a la últimas cinco monjas de clausura. Su avanzada edad, ya que todas superaban los setenta años, y la falta de nuevas vocaciones, les había llevado a pedir el traslado a otros monasterios.

También en esa década dejó el colegio Sant Francesc de Guadassuar el franciscano que estaba al frente de la parroquia y del centro.

Pasados unos años, a mediados de la década, las Hermanas de la Caridad de Santa Ana dejaban el colegio de la Inmaculada Concepción de Cullera, que pertenece a la Fundación Bou, y al que habían llegado en 1967 para tomar el relevo de las Hermanas Carmelitas de la Caridad.

Poco después la localidad costera despedía a los franciscanos del castillo tras 83 años al frente del mismo. Sólo quedaban dos frailes y, ante la ausencia de relevo, una junta del patronato asumió el mantenimiento de la iglesia. Corría el año 2007, que fue también el del inicio de la diáspora de órdenes religiosas de Carcaixent. Los últimos en marcharse fueron los franciscanos, aunque mantienen la titularidad del colegio San Antonio. Cierto es que, en este tiempo, también llegó una nueva congregación a ocupar el antiguo convento de las dominicas.

Al igual que con los franciscanos, varias generaciones de exalumnos acudieron el viernes pasado a despedir a las monjas de la Beneficencia. Ocuparon una pequeña casa a las afueras de la ciudad producto de una donación y la ciudad ha crecido en torno a ellas. Forman parte de la vida de muchas familias alcireñas y, en algunos caso, Alzira ha sido su vida. Sor Carmen Bajo y Sor Luisa Zubiaur llegaron a Alzira en 1952 como primer destino y, hasta ahora, no habían conocido otro.

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