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Solidaridad

Cullera, ciudad de refugiados

Será la única ciudad con menos de medio millón de habitantes que acogerá a una treintena de represaliados sirios

Cullera, ciudad de refugiados

El CEAR, un proyecto que arranca a inicios de la década de los 40 con la llegada de refugiados a raíz de la Guerra de Bosnia, cuenta actualmente con diversas delegaciones en Madrid, Valencia, Barcelona, Sevilla, las Palmas de Gran Canaria y Euskadi, que coordinan sus tareas con los centros de acogida. Entre estas sedes, la de Cullera, empezó sus andares en pleno conflicto bosnio, y desde entonces ha acogido a gente procedente de la I Guerra de Irak, el conflicto de Cuba, o el enfrentamiento entre las guerrillas y el Estado Colombiano. En sus instalaciones han vivido asiáticos, pakistaníes, palestinos, y un sinfín de países en los que ha habido algún tipo de conflicto en las últimas décadas.

Esta sede convierte a la localidad valenciana en la única ciudad del Estado con menos de 500.000 habitantes que cuenta con instalaciones de estas características. En unas semanas, y tal como se estableció en el consenso político de la última sesión plenaria local, se dedicarían 30 plazas adjudicadas por el Ministerio de Trabajo e Igualdad, a ocupar por sirios que huyen de la guerra en su país, y que ahora mismo se encuentran en el centro de Europa. No obstante, y debido a la cola de espera de asignación de centros de acogida a los refugiados de todo el mundo, este organismo, que es quien subvenciona este tipo de centros, ha decidido coger estas plazas asignadas en pisos tutelados para cubrirlas con las familias que estaban esperando, la mayoría provenientes del conflicto en el Este de Ucrania.

Francisco Jiménez, director del CEAR en Cullera, explica que aunque haya cambiado la inicial asignación de plazas, lo más probable es que estas se amplien en 22 o 23 huecos más en unos meses, y que irán destinados específicamente para estos sirios o iraquíes a las que iban dedicadas en un principio, y clarifica que «nosotros somos una correa de transmisión de lo que el Ministerio establece a lo que plazas de asilo político se refiere».

Para muchos refugiados, el primer paso suele ser un centro de acogida. El de Cullera, en concreto, comprende un edificio que actualmente cuenta con 21 habitaciones, que actualmente está preparado para acoger a 47 solicitantes. Entre sus instalaciones, se encuentran un comedor en la planta baja, la sala multiusos en la que se imparten clases y talleres, y las oficinas del CEAR, que en breves tienen pensado cambiarlas de localización.

El CEAR de Cullera cuenta a su vez con cinco pisos tutelados alquilados por la organización, con capacidad para 30 personas, que posiblemente se ampliarán a 4 pisos más para finales de noviembre, si el Gobierno autoriza finalmente las plazas para 22 personas más. Jiménez explica que los pisos «se intentan asignar normalmente a familias, tratando si se puede mantener a los miembros juntos, ya que para los niños es mucho más fácil».

Ayudas personalizadas

Provengan de donde provengan, cuando lleguen los refugiados se verán inmersos en lo que desde el CEAR denomina la primera fase, en la que deberán afrontarse a un nuevo idioma, con el desconocimiento total de la administración española o de las ayudas que puede recibir, la búsqueda de un nuevo trabajo y la dificultad de convalidar su formación. «Todos estos retos son los que intentamos cubrir en la primera fase, que comprendería la estancia autorizada otorgada por el Gobierno desde su llegada, y que actualmente son 9 meses», explica Jiménez. La estancia de los asilados durante este periodo de tiempo irá financiado de forma íntegra por el CEAR, a través de fuentes ministeriales estatales, fuentes europeas y fuentes propias de la organización.

Después de estos 9 meses, se pone en marcha una segunda fase, que va destinada exclusivamente para familias. En este paso, cada familia recibirán durante 6 o 9 meses, depende de las características de cada grupo, una ayuda de alquiler de pisos y manutención, aunque el resto de necesidades las deberán cubrir por sus propios medios.

Por ello, el CEAR ha expuesto al Ayuntamiento que la colaboración de entidades o particulares es necesaria en esta segunda fase, ya que ahí la cobertura de sus necesidades no es total. En esta fase del proceso, también «hay gente que le cuesta más aprender, y necesitan un tutelaje o una ayuda continua por parte de traductores, o psicólogos, ya que pueden llegar con graves carencias psicológicas», explica Jiménez. La concejala de Servicios Sociales de la localidad, Silvia Roca, se comprometió en la sesión plenaria a coordinar los servicios de salud mental en las zonas de especialidad, que en este caso corresponden a la localidad de Sueca, y que sirva de apoyo a los servicios de la psicóloga de la delegación del CEAR en Valencia, con la que las necesidades básicas quedan cubiertas.

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