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La recolección del preciado «cacau del collaret» se mecaniza

Una familia de agricultores de Benifaió lleva 90 años cosechando el singular maní La técnica de recogida del fruto se ha modernizado aunque se sigue seleccionando el mejor grano como antaño

La recolección del preciado «cacau del collaret» se mecaniza

Con la caída de las hojas debiera haber empezado también la recolección del preciado «cacau del collaret» en la comarca de la Ribera. Pero las lluvias intermitentes humedecieron los campos y la luna no propició el arranque de la recogida del fruto hasta el viernes.

Pese a que el proceso de recolección se ha efectuado este año con prácticamente un mes y medio de retraso la calidad del fruto es óptima y esperan que pueda comenzar su comercialización en apenas 15 días. Dos milos kilogramos de maní cultivados con paciencia y tesón en apenas una hectárea de terreno ubicada entre Benifaió y Almussafes.

En 1925 el bisabuelo de Cesar Alepuz se decidió a sembrar por primera vez cacahuetes en su huerta. En diez años la planta de maní se había convertido en una de las más preciadas en Valencia. Valioso por su alto contenido en aceite, de cuyo gramo se extrae hasta un 60% de materia grasa, este característico maní a punto estuvo de desaparecer de tierras ribereñas. Debido al inicio de la Guerra Civil el preciado cacahuete empezó a desvanecerse en la comarca. Tan sólo algunos agricultores conservaron la semilla, entre ellos los Alepuz que noventa años después siguen recolectando «cacau del collaret».

Tiempos modernos

«Hoy el proceso prácticamente está mecanizado al 100% aunque todavía existe una parte que se realiza a la antigua usanza», apunta Cesar Alepuz, impulsor de la Perla Foods, la empresa que comercializa el cacahuete.

Una máquina extrae la planta de la tierra completamente y gracias a un sistema de cuchillas la mata de cacahuetes queda al descubierto recibiendo los primeros rayos del sol directamente e iniciando de este modo el proceso de secado. A partir de este punto el cacahuete estará durante cinco o seis días, dependiendo de las condiciones climáticas del momento, secándose al aire libre.

Tras este punto «se separa el grano de la paja», relata Alepuz, antiguamente eran las mujeres quienes cogían la mata y la golpeaban con una «panera» o contra una silla para que el maní saliera disparado. Los Alepuz encontraron una máquina que podría ejercer esta función, aplicando unas pequeñas modificaciones al diseño original, y la incorporaron también al proceso.

La maquina engulle la planta y separa todo aquello que no es el propio maní, es decir, «por delante lanza el fruto prácticamente limpio y por detrás expulsa las piedras, el barro y la impurezas de la tierra», matiza Alepuz.

Una vez separado el grano se lleva al «sequer», continúa, donde acabará el proceso de secado. A partir de aquí es donde interviene en mayor medida la tradición pues se efectua la selección del grano de cacahuete a mano. «Unas cuantas personas separan el cacahuete óptimo del que descartan», relata Alepuz.

Al «cacau del collaret» lo hace especial la selección genética pues para obtener un buen maní se deben guardar las mejores semillas de cara a mejorar la especie en posteriores campañas. La fisonomía «collaret» debe caracterizarse por poseer un cuello fino «bien marcado» insiste Alepuz. Así que cada dos o tres años repasan todas las semillas y vuelven a plantar las más puras desechando el resto.

Tras la recolecta del fruto éste se tuesta, se pela o se fríe. Esta familia de la Ribera además fabrican dulces con el grano. Un preciado tesoro que se comercializa como un producto exclusivo y suele localizarse en las tiendas gourmet.

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