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¿Te gustaría ser árbitro?

Con poco margen para la equivocación, creo que la respuesta mayoritaria seria «no» a la pregunta del titular. Sin duda alguna, ser árbitro es muy difícil, complicadísimo, pero si los que formamos parte de este deporte, no les ayudamos, esta labor se vuelve ingrata. Es difícil tener que tomar decisiones en décimas de segundo y más difícil aún, acertar. Sabes que si no aciertas, te convertirás en el centro de las iras de todos, jugadores, entrenadores, directivos, aficionados? pero seguramente, la ilusión por acertar en la decisión tomada, valdrá la pena pasar ese riesgo.

El mundo del arbitraje, en concreto, los árbitros, se convertirán en la mayor excusa de aquellos perdedores que no logran los objetivos marcados al inicio de la temporada, sin ser capaces de valorar y estudiar los motivos por los cuales no han sido capaces de llegar a la meta marcada, está claro que es más fácil manipular y señalar a una persona, por suerte, son los menos.

A los árbitros actuales se les exige mucho, que estén perfectamente preparados, tanto física (posiblemente un árbitro corra más metros en un partido que cualquier jugador), como técnicamente (el reglamento es amplio y a veces confuso, ¿seguro que todos los jugadores, entrenadores, padres?. lo conocen?), reuniones continuas para unificación de criterios y seguimiento diario personalizado de la evolución de cada uno. Todo ello ayuda a que el nivel del arbitraje evolucione con la rapidez que lo hace el fútbol.

Está claro que, como en todas las facetas de nuestro deporte, hay excepciones que confirman la regla, árbitros que arbitran sin ilusión o solo por el dinero que pueden obtener y que les va a ayudar para sus estudios, pero por suerte, la mayoría de ellos lo hacen por vocación y porque les gusta, si no fuese así, sería muy difícil aceptar las duras y exigentes pruebas físicas y técnicas que se les piden. Los inicios de estos árbitros aún son más duros ya que a la inexperiencia y la falta de partidos se une el comportamiento de muchos padres e incluso «¿entrenadores?», que dejan de lado su labor de formadores y pasan al linchamiento moral e incluso físico, que desgraciadamente, aunque cada vez menos, se siguen produciendo. Pienso que sería bueno que se promovieran iniciativas para que cada cierto tiempo, en las escuelas (en algún entrenamiento), un padre hiciese la labor de árbitro, seguro que de esa manera cambiaría su visión sobre este estamento del fútbol y se daría cuenta de lo difícil que es sancionar un fuera de juego, visualizar bien una posible mano dentro del área o incluso, estar cerca del juego.

También, y con respecto a las escuelas de fútbol, sería interesante que, para evitar la carencia de árbitros que existe, motivaran a sus alumnos a que descubrieran el fútbol desde un prisma diferente, el arbitraje, pero con la misma pasión que lo vive un jugador. Es posible que a alguno de ellos le guste esta faceta, pero le falte la ayuda o estímulo por parte de su entrenador-monitor. Si queremos mejorar nuestro nivel arbitral, es imprescindible aumentar el número de árbitros, de tal manera que de la cantidad obtendremos calidad.

Es satisfactorio ver la continua evolución del fútbol y su llegada al sexo femenino, en donde cada vez hay más equipos. De tal manera que el número de equipos femeninos ha aumentado, así también aumenta el número de mujeres que optan por vivir este deporte desde dentro y en concreto desde la figura del árbitro. Por suerte, el respeto hacia su labor es mayoritario (casi total). Esperemos, por el bien del fútbol, que los voceros de turno tengan paciencia y no centren sus iras en nuestras futuras árbitros. Lo dicho, entre todos los que formamos parte del fútbol hagamos que esta labor resulte más sencilla y sobre todo más humana.

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