En ninguna ocasión tras la publicación de estas sencillas crónicas de Alzira me he planteado qué vamos a publicar el viernes siguiente. La información no se crea, «salta», y tenemos una semana por delante para que «aparezca» algo. Durante los más de sesenta años que he dedicado a la noble tarea de informar en varios medios, sobre todo en el más rápido de momento que es la radio, he tenido la suerte de estar al día, como ocurrió el lunes de esta semana al trasladarme al Museo Municipal, que algunos llaman «Muma» ¿?, donde encontré a un artista alcireño, Josep Francés, a quien sus paisanos deberían conocer más, preparando una exposición titulada El vol d'Icara, que será inaugurada esta tarde a las ocho.
Alzira ha aportado grandes nombres a la pintura, como lo fueron o lo son, entre otros, Andreu, Parra, Sanz Castellanos, Ausina, Goig del Poyo, Joan Verdú, Boscá...
En un discreto estudio ubicado en uno de los polígonos industriales, los pinceles de Josep Francés Anaya dibujan un nuevo panorama para el arte plástico, lleno de particulares visiones, eminentemente urbanas. A medio camino de la capital de los Papas, Avignón, y Alzira, tras un profesional de la restauración descubrimos a un renovador sobre lienzos de paisajes urbanos. Casi un centenar de premios nacionales a internacionales ha alcanzado Francés, que se ha consagrado en los tres últimos años por la solidez de sus obras.
Nueva York, Valencia y Alzira son algunas de las ciudades que ha plasmado en su nueva colección. Des esta forma, todo visitante que se acerque a esta nueva exposición, que estará en el Museo Municipal hasta el 16 de abril, podrá sumergirse en un mundo donde la irrealidad envuelve a las grandes urbes. Según Francés, muchos edificios que refleja en sus cuadros no existen y el color de las obras tampoco es real. Este pintor alcireño ha plasmado en sus obras su visión personal sobre estas ciudades de una forma técnica y moderna. Josep Francés es un amante de la geometría además de admirador de la ingenieria naval. Es partidario de dar a las obras un gran tamaño y denso colorido. Le gusta recorrer el mundo y visitar grandes ciudades e inmortalizarlas en sus lienzos.
Se ha dicho de su pintura se ha convertido en constructiva, transportando su manera de concebir el paisaje urbano e industrial. Un pintor que puede seguir dando sorpresas en el futuro.
De entre los centenares de premios alcanzados a nivel nacional desde 2007 se hallan los internacionales en exposiciones en la Brick Lane Gallery de Londres; Palacio de los festivales, de Cannes; Ico Gallery e Agora Gallery, de Nueva York; Palacio Sthenberg, de Viena; Instituto Italiano, de Praga; Genovarte, de Genova; Maziart, de Hamburgo; Arsenale, de Venecia y Biennale Artulouse, de Toulouse.
En casi todos los cuadros y la figura que preside la exposición, «Icara», está representada. En la mitología griega, Ícaro es hijo del arquitecto Dédalo y de una esclava llamada Náucrate. Estaban retenidos en la isla de Creta por el rey Minos. Dédalo decidió escapar y se puso a trabajar fabricando unas alas para su hijo Ícaro. Enlazó plumas uniéndolas con cera. Cuando terminó el trabajo enseñó a volar a su hijo advirtiéndole que no volase demasiado alto porque el calor del sol derretiría la cera, ni demasiado bajo, por que la espuma del mar mojaría las alas. Pasaron varias islas y el muchacho comenzó a ascender y el ardiente sol ablandó la cera y cayó al mar. Su padre lloró, lamentando amargamente sus artes y en su memoria llamó «Icaria» a la tierra cercana al lugar del mar en el que Ícaro había caído.
