Miles de cofrades desfilaron ayer por las calles de la Ribera para cumplir el rito primaveral de la Semana Santa. La procesión general del Santo Entierro volvió a ser multitudinaria. Acompañó la bonanza del poniente, aunque el día fue un poco ventoso. La presencia de espectadores fue muy significativa en Alzira, donde el público abarrotó el kilométrico itinerario que siguieron durante más de tres horas los 24 pasos procesionales de las dieciocho cofradías inscritas en una ciudad que ha conseguido dar rango de interés turístico nacional a estas celebraciones.

El reparto de caramelos, peladillas y otros dulces y golosinas entre los asistentes añade atractivo a la procesión alcireña, que también ha potenciado durante los últimos años la calidad y variedad de los sonidos de las bandas de tambores y timbales, convertidas ahora en otro aliciente. La Tamborada que se celebrará el 4 y 5 de junio aspira ahora a convertirse, junto a otras manifestaciones de ese estilo en España en Patrimonio de la Humanidad. La Unesco lo decidirá en 2017.

No menos destacada es la cada vez más numerosa presencia de costaleros. Ya son muchas las cofradías que llevan las tallas procesionales a hombros. Y en hermandades como la de La Dolorosa ya comienza a hacerse muy visible la presencia de mujeres que cargan el peso de las esculturas junto a los varones.

Los desfiles del Viernes Santo de Sueca, Cullera, Algemesí o Carcaixent también concentraron ayer a cientos de personas. La tradición sigue su curso. Hasta que concluya con el Domingo de Resurrección, van a sucederse desfiles, Encuentros, traslados y actos de exaltación. Hoy habrá Vigilia Pascual en diferentes puntos de la la Ribera previas al júbilo de la medianoche, cuando el sonido de los tambores competirá con el de las tracas. Y mañana domingo, en l´Alcúdia, no faltará el lanzamiento de las «Aleluyas».