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Memoria inagotable de luchador

Uno de los pocos brigadistas internacionales que sigue vivo, José Almudéver, acepta a sus 97 años visitar ocho poblaciones de la Ribera para narrar testimonios de la Guerra Civil a los jóvenes

Memoria inagotable de luchador

José Almudéver tiene 97 años, pero sus fuerzas siguen intactas. Cuando era joven participó en la Guerra Civil como brigadista internacional, al ser de origen francés y ahora sigue luchando, pero para que los jóvenes conozcan toda la historia de esta cruenta guerra y la posterior represión franquista.

Pese a su avanza edad, este exbrigadista tiene previsto recorrer durante el mes de abril 13 municipios valencianos y participar en alrededor de 20 actos institucionales y charlas que tendrán lugar en las comarcas de la Ribera, la Costera, la Vall d'Albaida y la ciudad de Valencia, según anunciaron ayer en Alzira el historiador Toni Simó, del colectivo El Castell de Alcàsser y Lluís Botello, de Parlem de la República de Benifaió.

Luchador incansable

Almudéver nació en Marsella (Francia) en 1919, pero sus padres eran de origen valenciano. Durante la época de la Segunda República se trasladó a Alcàsser, de donde era su familia paterna. De hecho, allí todo el mundo le conoce como el «el tío José».

Ya desde bien joven mostró sus ansias por defender los ideales republicanos. En 1936, con sólo17 años, falsificó su documentación para incorporarse como miliciano al frente de Teruel, donde fue herido de gravedad y devuelto a Alcàsser. Allí conoció a un grupo de brigadistas italianos y en 1938 se incorporó a las Brigadas Internacionales haciendo valer su nacionalidad francesa. Sus ansias de defender la libertad nunca han conocido límites.

Testigo de la muerte de Oliver

En enero de 1939 fue expulsado a Francia, pero pese a que la guerra estaba a punto de acabar, decidió volver a España. Finalizado el conflicto, acabó en el puerto de Alicante y allí fue testigo del suicidio del último alcalde republicano de Alzira, Francisco Oliver.

Estuvo encarcelado en diversos campos de internamiento y prisiones. Un tribunal militar le condenó a 12 años y un día por «auxilio a la rebelión», aunque él siempre ha defendido que «quienes se rebelaron contra el sistema establecido democráticamente fueron los franquistas».

Después de salir de prisión, en 1943, fue enlace de los guerrilleros de Levante, hasta que en 1947 huyó a Francia. Es el autor de El pacto de la no intervención. Pobre República, título de sus memorias.

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