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Palabras que no se oyen

Los sordos luchan por romper la barrera que les aisla de una sociedad que se muestra esquiva ante sus problemas

Palabras que no se oyen

El mundo está hecho para vivirlo con los cinco sentidos. Por ello, las personas con algún tipo de discapacidad convierten su día a día en un reto, cuando no en una hazaña. Esta semana se ha conmemorado el día Nacional de las Lenguas de Signos Españolas y miembros de la Agrupación de Personas Sordas de la Ribera-Alzira (APESORIAL) se reunieron para reivindicar un hecho tan simple como es el de no sentirse extranjeros en su propio pueblo.

Parece una exageración, pero es el sentimiento que ahonda en estas personas: viven cada día como unos forasteros, incapaces de comunicarse con su entorno más cercano. Para cualquier persona, acudir al centro de salud o hablar con un abogado son hechos cotidianos, pero para una persona con problemas auditivos es casi una odisea. «Necesitamos romper esas barreras», explica la presidenta de la asociación, Mª José Pastor. «Tenemos grandes dificultades para entendernos con nuestro médico o con un policía, ya que ellos sólo se comunican con lenguaje oral», expresa la presidenta, eso sí, a través de lengua signos.

Por este motivo, han generado una gran dependencia. Sus familiares les ayudan, pero no pueden estar siempre con ellos. «Mi hija me puede acompañar un día si necesito ir al médico y explicarle lo que me ocurre, pero ella también tiene su vida y no tendría que estar tan atada a mí», ejemplifica la presidenta; un caso que cualquier persona sorda conoce a la perfección. De ahí que reivindiquen más intérpretes que faciliten la comunicación entre una persona con problemas auditivos y su médico de cabecera.

Pero no hace falta salir de casa para notar ese distanciamiento, ya que es algo que también afecta a las relaciones con los que tienen más cerca. «Imaginen estar un domingo cualquiera con toda la familia, ellos son oyentes y hablan entre ellos, no se les puede recriminar nada, pero a ti después te hacen un resumen y sabes que te has perdido gran parte de la conversación, no formas parte de la comunicación con tus seres queridos», comenta Pastor.

Una lengua, una identidad

Por este motivo, tiene gran importancia la creación de APESORIAL, como vía de canalizar ese esfuerzo por hacerse ver, para dar a conocer su causa y para sensibilizar al resto de población, a sus vecinos. En el local de la asociación, los miembros pueden disfrutar de compañía, entablar relaciones y, lo más importante, comunicarse. Hablar con gente con tus mismas inquietudes mientras tomas un refresco en una cafetería. Así de simple: «La asociación está abierta para todas las personas sordas de la comarca, pueden venir y pasar el rato en nuestro bar, donde no molestan a nadie», explica.

Allí tienen un lugar de ocio que cumple con sus necesidades, sobre todo con las comunicativas. Porque no es fácil para un grupo de amigos que quieran salir a tomar un refresco o un café hacerlo en un local cualquiera. Pocos camareros serán capaces de entender cómo se pide un zumo en lengua de signos. Un hecho que imposibilita su relación con otras personas.

Los avances tecnológicos han ayudado a las personas sordas; los móviles de hoy en día, internet o los implantes clocleares son un ejemplo de las herramientas que pueden facilitar su día a día, pero, son imperfectas: «Es verdad que internet nos ha servido de gran ayuda», relata MªJosé Pastor, «hoy puedes hacer una videollamada para hablar con alguien, pero el lenguaje escrito sigue siendo difícil para nosotros; los jóvenes se ven beneficiados por las redes sociales y los implantes, pero son métodos imperfectos ya que pueden perder información durante el proceso», explica la presidenta de la asociación.

Por tanto, la reivindicación de su propia lengua y de su lucha porque gane terreno en la sociedad no es baladí. «Hay que hacer visible nuestra causa y nuestro sistema de comunicación, porque gracias a la lengua de signos tenemos una identidad», sentencia Mª José Pastor.

La intención de la asociación es la de seguir creciendo y hacer la vida de las personas sordas mucho más fácil. Que existan más intérpretes o que se dediquen más esfuerzos a la enseñanza de la lengua de signos son algunas medidas que esperan conseguir. Pero lo cierto es que la sociedad, en general, puede hacer mucho más para que estas personas no se sientan como extranjeras.

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