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«La talla no estaba escondida sino en una capilla»

Un descendiente de la familia Primo Navasquillo dice que la imagen se ubicaba a la vista y no en un desván como dijo Vicedo

El libro recoge también el testimonio de Daniel Antonio Gómez Primo, descendiente de la familia Primo Navasquillo propietaria de la casa donde se encontró a la Santa Maria de Carlet. En sus declaraciones, el vecino de Carlet indica que «la imagen estuvo durante muchas generaciones en nuestra casa, que era un enorme hostal. No sabemos cómo llegó, pero siempre estuvo en una pequeña capilla colocada en la pared de una habitación». Esta versión difiere de la que narró en su día el cura Franscisco Vicedo, quien escribió que encontró la talla en «una andana destartalada, sitio donde se guardaban objetos dispares de una casa de labradores, y le faltaban la mano derecha de la madre y el niño». En este aspecto, Levante-EMV ya recogió en su día las declaraciones de Ferri, quien dijo que la escultura «debió permanecer décadas en un saco en el desván de la casa pero nadie reparó en su valor».

Doménech, por su parte, se desmarca de estas dos historias y argumenta que «la imagen no fue ni encontrada ni descubierta, durante años fue conocida por generaciones dentro de un reducido entorno familiar. Sin embargo, tras su 'descubrimiento' se le ofreció una historia propia para elevar su repercusión, del mismo modo que se formulaban leyendas medievales de devociones marianas por todo el territorio valenciano en la época de la reconquista cristiana con la intención de ayudar a la formación de una conciencia colectiva». Fuera como fuese, la imagen ha sido venerada desde su aparición en 1961 por los vecinos carletinos y ha tenido su espacio en las fiestas patronales junto a los patronos Sant Bernat, María y Gracia, aunque su patronazgo no tiene carácter oficial. En la actualidad se encuentra en una capilla en la Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora de Carlet.

Curiosamente, la Santa Maria de Carlet fue encontrada en la misma casa donde se escondió entre 1936 y 1939, durante la Guerra Civil, el Santo Cáliz de la Catedral de Valencia, el vaso que la Iglesia identifica como el que se utilizó en la Última Cena. La escultura, además, fue coronada por el arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, en un acto que se celebró el pasado año.

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