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Los bajos precios dejan la naranjas de variedad tempranas en el árbol

La excesiva producción y el reducido calibre provocan que las clementinas no tengan hueco en el mercado La fruta acaba en el suelo o los agricultores la venden directamente a la «peladora»

Los bajos precios dejan la naranjas de variedad tempranas en el árbol

Que el inicio de la campaña citrícola ha sido complicado no es ninguna sorpresa. Las variedades más primerizas han sufrido para hacerse hueco en el mercado y a unos precios que difícilmente se traducen en beneficio para el agricultor de la comarca. Este hecho ha supuesto que escenas como las que se pueden ver en esta página supongan la amarga realidad de muchos productores agrarios: campos llenos de fruta, sin recolectar, cuando no está directamente en el suelo. Uno de tantos casos es el de Pepe Bellver, técnico agrario de Alginet, quien relata cómo las clementinas de algunas de sus parcelas permanecen en los árboles pese a que se tendrían que haber recogido hace ya dos meses.

Este vecino de la comarca y agricultor de naranjas atribuye esta situación a varios factores, todos ellos unidos de una manera u otra. En primer lugar a un aumento de la producción de este año respecto al anterior. «Si nos basamos en los datos de AVA, la cosecha citrícola ha aumentado un 23,6 %, pasando de un aforo de producción de 3,1 millones de toneladas a 3,9», explica Bellver.

A este factor, «tenemos que sumarle el conocido tratado con los países del sur de África, que permite la entrada en nuestro país de un producto de menor calidad, que no paga los aranceles ni pasa por los mismos controles fitosanitarios y que llega a competir directamente con nuestras naranjas; así que si tenemos un aumento de producción y, encima, llega más género; el mercado se satura y se lanza a perder una gran cantidad de fruta de enorme calidad», afirma el agricultor de Alginet. Sobre este asunto, considera que «no se realizó un estudio de campo para conocer el impacto sobre nuestra economía».

Según relata Bellver, «algunos agricultores de la zona incluso pagan jornales para que se tire la fruta al suelo y así no quitarle energía al árbol, otros simplemente van dando sus naranjas a familiares y amigos y luego están los que aspiran a malvender las naranjas a 8 céntimos el kilo para 'destrío' y en estos momentos ni si quiera la industria puede asumir tanta producción; hablamos de cantidades irrisorias que no dan para sustentar al gran número de familias que dependen de la economía agraria».

Un mercado «tramposo»

Los expertos cifran en 0,25 euros por kilo de clementina el precio a partir del cual un agricultor recupera la inversión. Sobre ese aspecto, el propio técnico agrario de Alginet asevera que en muchos casos «las liquidaciones no cubrirán ni el 70 % de los gastos». Por eso, este agricultor y una gran parte del sector piden más ayuda a las administraciones públicas: «La consellera de Agricultura, ahora la nueva ministra, todas las instituciones deberían preocuparse de la situación que padece el campo valenciano y de nuestra comarca», implora Bellver.

La voz de este agricultor podría representar la de muchos trabajadores agrarios de la Ribera, campesinos que trabajan a pequeña escala pero que suponen una parte considerable de la economía del sector. Sus palabras, no obstante, contrastan en cierta medida con las de los expertos, que ven otro tipo de casuística para este problema.

Para Bernardo Ferrer, vicepresidente segundo de AVA, uno de los motivos por los que se produce esta situación es la climatología: «La campaña viene marcada por un verano muy seco, eso ha provocado que estas variedades extratempranas florezcan al máximo y el árbol se cargue de fruta más de lo normal; los agricultores deberían haber 'aclarit' más veces el campo, pero no lo han hecho porque supone un gasto excesivo que no pueden asumir». Este hecho repercute en dos factores a tener en cuenta como son «un exceso de producción y la falta de un calibre suficiente para salir al mercado», explica Ferrer.

A su vez, el propio mercado «hace trampas, porque algunas superficies compran a la 'peladora' y después lo utilizan como producto reclamo, llaman la atención del consumidor con precios bajísimos y lo único que consiguen es deteriorar la imagen de nuestras naranjas. Además hay que tener en cuenta que ahora cuando empieza la época en la que la industria abre es cuando se producen los robos en los cultivos», afirma Ferrer.

Para el vicepresidente segundo de AVA, «todavía es pronto para cuantificar y hablar de los efectos del tratado surafricano, en este caso concreto hay que destacar que de allí vienen naranjas, no clementinas, aunque es cierto que los mercados y las superficies han encontrado allí una gran fuente de abastecimiento, sobre todo en los meses que aquí no hay producto, y así abarcan una campaña citrícola todo el año», sentencia.

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