La aprobación inicial de la ordenanza con la que el Ayuntamiento de Alzira pretende regular las terrazas de bares y restaurantes ha sorprendido a los propios hosteleros, que no ocultan cierto malestar por no haber sido consultados ya que, tras una primera lectura, detectan aspectos que pueden convertirse en un escollo insalvable para algunos establecimientos mientras que, por otra parte, recelan de algunas prohibiciones.
«Entendemos que se tiene que regular y nos parece bien que se regule, porque hay gente que no respeta nada, pero llegar a prohibir e imponerlo de esta forma no gusta», comentó un portavoz del sector tras la primera reunión mantenida por un grupo de profesionales en la sede de la asociación empresarial, en la que se acordó presentar alegaciones para intentar corregir algunos aspectos de la ordenanza. Los hosteleros, no obstante, solicitarán primero una reunión para mostrar su queja al equipo de gobierno por las formas en la tramitación de esta norma que les afecta directamente y conocer su disposición a introducir cambios ya que el tiempo para realizar propuestas apremia.
«Vamos a intentar que algunas medidas se modifiquen y se adapten a la realidad de la calle que nosotros vemos en el día a día, pero hay muchos tema que tratar», comentaron fuentes del colectivo, mientras señalaban que en este intento de armonizar las terrazas «se pueden buscar fórmulas que no supongan una imposición». En este sentido, abogaron por ofrecer incentivos para premiar a aquellos que se adapten a la norma en lugar de fijar una fecha límite de forma que «siendo proactivos» se puedan alcanzar esos objetivos. No obstante, alertaron de que algunos hosteleros se verán obligados a cambiar terrazas que acaban de renovar y también mostraron su preocupación por la limitación de mesas en función del aforo «lo que reduce mucho la capacidad de un negocio». «Hay locales enfocados para trabajar sólo en terraza y les va a perjudicar, hay gente que podrá poner una mesa o ninguna y esos negocios tendrán que cerrar», auguraron, mientras pedían «algo de manga ancha» y la autorización de más colores para diferenciar las terrazas.
