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Nombres que no figuran en el DNI

Los apodos o sobrenombres han identificado durante décadas a numerosas familias de Alzira

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Decía Camilo José Cela, «en este pueblo -el que sea- cada hijo de vecino tiene su apodo». Me da pie esta aseveración del conocido y popular escritor, premio Nobel de Literatura, para recopilar aquí apodos que he conocido en mi etapa de vida en Alzira, que ya pasa de los 83 años.

En años anteriores hubo en Alzira apodos, sobrenombres o alias, que no hemos tenido ocasión de conocer. Intentaremos identificar y relacionar con la familia correspondiente aquellos de los que conocemos el motivo por el que se «asignó» el apodo. De otros no será posible.

El conocido en Alzira apodo «Torreta» se lo podemos adjudicar a la familia Rosell, que poseía un campo de naranjos en la partida del Alborxí, en árabe la Torre, en los terrenos donde se asienta el colegio Alborxí, en la avenida Luis Suñer. En estos lugares, en tiempos de dominación musulmana, existían torres vigía. De ahí viene el sobrenombre de esta familia.

«El Randero» es legado a varias familias de los Fernández, que fue el fundador de la tienda de la calle Lonja, actual Faustino Blasco. «La Chova» era una familia que tenía una tienda al final de la calle Santa Teresa; «pare en la esquina de casa la Chova», era el aviso al tartanero o chófer del autobús del pasajero que venía de la estación de ferrocarril.

«Rovira», son la familia de los transportitas Rosell. «Llauraoret», el señor Llopis del horno de la calle Piletes. «El Nato» era José Benedito, constructor, que vivía en la barriada del Cristo. «Pelaburros», carpintero de la calle O'Donell. Pepeta «la Gorrineta», una mujer, que ignoramos su nombre, que vivía en una casita entre la barriada de la Graella y el desvío al Club de Tenis. Vendía «terreta», una tierra colorada arenosa que servía para limpiar los cubiertos de metal.

«Llorenset», Justo Adrián Esteve, popular limpabotas, que vivía en la calle don Bernardo, en la conocida «casa Villalba». «Vintiún dits», Luis Pérez, a quien sobre el pulgar de la mano derecha le creció un dedo. «El Canterer», Bernardo Martínez Segura, tenía su alfar en la calle Capuchinos. «Conill», popular y conocido comerciente de tejidos de Antonio Martínez, que fue presidente de la primera Junta Local Fallera. A su tío, el sacerdote don Fernando Benedito Iborra, se le conocía como el «capellà conill».

«Morro Tallat» era propietario de la funeraria de la calle San Vicente Ferrer. «El gallinero», José Balaguer, vendía esta clase de aves en el inicio de la calle Dr. Ferrán. «Botabarrancs», «el Gato», «Vaca», «el Roig», «Guitarra», «el Pigat» y «el Sevillano», eran carpinteros en la fábrica de muebles de Salvador Carreres.

«Les Mones» fue un apodo que se aplicó a la familia del señor Melchor, exportador de frutas, ya que la marca de sus naranjas mostraba una mona subida a un nogal. «Spancky», un profesional de artes gráficas que trabajó en la imprenta de Arturo Cuenca. «El carreter» Vicente Gómez, de la plaza del Carbón. «Chamarrusca» y «El Bolo» eran dos personajes invidentes, Vicente Albert y José Mascarell, pertenecientes a la ONCE, fundadores del cuarteto «La Sucro» en 1934.

«Victorina», una conocida «peixcatera», que tenía su parada en el mercado de «detall» en la Vila. «Cuatrohuevos», Carmelo Mansanet, conocido sereno de la Vila. «Els Palleros», la familia Martínez, exportadores de frutas, procedentes de Albal. «Els Borts», los Martín, exportadores de frutas. «Wiso» el tartanero, propietario de un «cambriol», en el que se trasladaban los novios o bautizos a la iglesia. «Gorreta», popular cantente de tangos, que se hizo famoso en sus actuaciones en Radio Alzira. «Calça», director fundador de la compañía de teatro en Valenciano «La Montaña».

«La Rosca», «Consuelo», «Tobarra», «la Chata»? y otras que no recuerdo su nombre, eran mujeres de la «vida» en la calle Bonete y adyacentes. «El Conyet», Emilio Peris, exportador de frutas del almacén al final de la calle Dr. Ferrán. «El Peverrochero», Ismael Martín, de la tienda de la calle Reyes Católicos. «La Sitieta», conocida señora que vendía carne de caballo. «La Mallola», propietaria de la fonda del mismo nombre. «Redó», tratante de caballerías. Recuerden l'hort de Redó en la plaza hoy de Les Germaníes.

«El Pando», Libro de apellido, que tenía doce hijos». «Els Fabes», los hermanos Peris propietarios del campo de mandarinas en la hoy plaza del Reyno y otro terreno al lado de Casablanca. Allá por los años cincuenta del pasado siglo, le preguntaban al señor Parra «obrer de l'ajuntament»: «¿Què és això de la Avinguda?» Se referían a la avenida de los Santos Patronos aún por realizar. A lo que Parra contestaba: «Xé, de Faba a Faba». Los campos se hallaban al inicio de la avenida y al final.

«El Paulí», Bernardo Ferrer, del almacén de frutas de la calle Hort dels Frares. Por «Cacahuet» se conocía al sacerdote don Fernando España Ferrús. El «Jodiet», Ricardo Sales. En Semana Santa era el capitán de un grupo que se presentaban como judíos, pero mejor representaban a romanos. Sales, además, era el conductor del camión de bomberos municipales.

Hubo otros alcireños de nuestra era con apodo. «Oliveta», «Panera», «Les blaves», «el Ballaor», «el Gringo», «la Paraigüera», «el Granerer», «la Portuguesa», «la tia Pepa», «la Petroliera», «la Polida», «el Xato», «Fartera», «el Mentirós», «Maquineta», «les Guapes». «Llangues», «Mamella», «Cama», «Cansalá», «el Sastre», «Rialla», «Granota», «Falques», «les Blanquetes», «Botifarra», «l'Escolà», «el Frare», «la Monja», «l'Ensisamero», «Peranso», «Saborito l'Ahullero», «el Cabut de Llinares», «Panxa», «el Dimoni», «el Barato», «el Condenat», «Batiste la pols», «Maro», «el Gordet». «Paella», «el Pato», «Cabeçó», «Corbella», «Galta Rotxa», «el Ratat», «el Blau», «Tabales», «Vint Agulles», «La Piula», «Cansons».

Seguro que existían más, pero es lo que hay en mi mente. Para todos los protagonistas de esta crónica, mi más cariñoso recuerdo.

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