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El gran filón del yeso en polvo

La comarca ribereña fue centro neurálgico de la industria yesífera durante siglos Generó miles de puestos de trabajo

Cantera de yeso al aire libre situada en Montroi y explotada para la fábrica de Montserrat. grau y La Spina

Son muchas las transformaciones vividas en las últimas décadas, aceleradas por los cambios propiciados por el desarrollo del mundo digital. Cambios que produjeron, por ejemplo, la modificación de los puestos de trabajo. En la Ribera existió en el pasado una importante actividad económica directamente relacionada con la producción del yeso en polvo. En especial modo, destacó el caso de Alfarp donde, según el diccionario de Pascual Madoz de 1834, en el término municipal había un total de trece fábricas o molinos de yeso. También en la zona de Llombai existió una importante industria yesera que se remontaba al siglo XVI. Son dos ejemplos de un sector que contó con enorme brillantez en la comarca ribereña, con emplazamientos industriales prácticamente en todos los municipios. Así lo han podido constatar la doctora y arquitecta de la Universidad Politécnica de Cartagena Vincenzina La Spina y el arquitecto de la Universitat Politècnica de València Carles Jordi Grau. Su estudio se ha publicado en el libro recopilatorio de lo expuesto en el II Congrés Comarcal TradiArq 2017 que se celebró en Alzira, Cullera y Sueca. El principal uso del yeso en polvo ha sido en la construcción, para la realización de revestimientos interiores, forjados de viguetas de madera o elementos decorativos. Sin embargo, también destaca su empleo en la agricultura como fertilizante. Durante un tiempo se dio la curiosidad de que el yeso se mezclaba con las cenizas que resultaban del proceso de calcinación, dando un producto grisáceo que al abonar los campos reportaba unas naranjas de color negro muy apreciadas por su singularidad pero también por su calidad alimentaria.

Según la estadística minera, se contó con importantes centros de explotación y trabajo del yeso en Alfarp, Carlet, Favara, Llombai, Manuel, Montroi y Montserrat. Ya lo recogió el famoso botánico valenciano Antonio José Cavanilles Palop en sus viajes por el territorio. La Ribera se encuentra situada dentro de la llamada «España yesífera» que corresponde básicamente con la mitad oriental de la península. El tipo de extracción más frecuente, sencilla y menos peligrosa fue a cielo abierto en canteras, aunque dependiendo de la localización de la piedra, más o menos próxima a la superficie, y de los medios mecánicos disponibles, también se llevaron a cabo extracción de tipo subterráneas en minas con galerías o túneles excavados.

Según constatan Grau y Le Spina, en un principio se producía la extracción mediante picos, cuñas de hierro, maderas o barrenas. Una manipulación manual que se beneficiaba de la poca dureza del yeso pero que también exigía importante gasto energético a los trabajadores. Con el paso de los siglos, sin embargo, se introdujeron las cargas explosivas y, después, la maquinaria pesada. Lo más usual, sin embargo, fueron los taladros perforadores o martillos trituradores que permitieron trabajar en yacimientos más profundos e incluso convertir minas en canteras.

En la Ribera, los investigadores han podido constatar que la mayoría de las explotaciones eran a cielo abierto, exceptuando en Alfarp, donde en el cerro de las Cuevas se extrajo el yeso en minas en la partida de l'Algepsar desde el siglo XVIII, excavando de forma manual grandes túneles.

A pesar de las pocas referencias presentes, localidades como Alfarp, según el diccionario de Pascual Madoz de 1834, contaba con trece fábricas o molinos de yeso en su término municipal. También se tiene constancia de la existencia en Manuel de tres fábricas de yeso en 1862, mientras en 1952 un centro de yeso era gestionado por un solo hombre que producía 4.200 Qm de yeso.

Molinos de sangre

Localidades como Montserrat o Alfarp contaron con varios molinos de sangre movidos por tracción animal. Su funcionamiento era muy similar al de una almazara de aceite y constaba de un rulo, un lecho horizontal de piedra o contenedor con un registro donde se colocaba la piedra calcinada y un animal atado al árbol del molino que, dando vueltas, movía el rulo, moliendo así la piedra. También existió un molino hidráulico en la acequia Alèdua.

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