La «reganyà» está en boca de todos. El dulce típico alcireño pasó desapercibido durante una época pero se encuentra cada vez más presente en los escaparates y mostradores de los hornos y las pastelerías de Alzira. Aunque en estas fechas de Pascua tiene un duro competidor como es la mona, se abre camino y está cada vez más cerca de convertirse en la opción preferida por los vecinos de la localidad, que han acogido con buen gusto el relanzamiento y la campaña de promoción de la «reganyà».
Distintivo de la ciudad
En el horizonte, no obstante, quedan aún muchos objetivos por cumplir y algunos retos por conquistar: «Aunque ya hay gente que viene de fuera de Alzira preguntando por la 'reganyà', todavía estamos lejos del ejemplo que suponen Alberic y su mona, a día de hoy no hemos conseguido que formen colas frente a los hornos», reconoce Gadea, que recuerda también la espina que supone no tener el sello de marca de calidad, cuyo proyecto se encuentra paralizado «pero no descartado».
Además, hay un nicho de mercado que todavía no se explota por completo, como es el caso de los niños. «Debemos plantearnos si hacemos una 'reganyà' infantil, al igual que existen monas de figuras varias, de tamaño más reducido. A fin de cuentas, si un niño va a comer un dulce, es preferible que sea una 'reganyà' a bollería industrial, que está repleta de aditivos y conservantes», aduce el presidente del gremio de panaderos de Alzira. «Al mismo tiempo, junto a las campañas de promoción, podemos visibilizar nuestro oficio entre los más jóvenes, que seguramente ya ni siquiera saben lo que es ir a comprar el pan a un horno», añade. Aunque uno de los efectos más positivos que Gadea ve en el resurgir de la campaña tiene que ver con el propio colectivo: «El gremio está más unido que nunca y además supone un elemento distintivo para la ciudad».
