Siempre me ha parecido una tremenda injusticia la discriminación que las mujeres han sufrido a lo largo de la historia. Empezaron ya como personas de segunda clase cuando, según la leyenda, fueron creadas a partir de la costilla de Adán. ¿No hubiera sido más lógico que el hombre hubiera salido de la mujer, madre, mater, matrix, matriz? Pero dejémonos de leyendas. En todos los tiempos y culturas se constata fácilmente que el hecho de nacer mujer las incapacitará para cualquier actividad que no sea la de dar placer al hombre y cuidar de la casa y de los hijos.

Todavía en algunos lugares de África se sigue realizando la ablación del clítoris. Y si contemplamos las costumbres musulmanas veremos que el trato que reciben las mujeres, desposeídas de sus derechos fundamentales, bien puede calificarse de inhumano.

En occidente, hace dos mil años, la religión católica ya comenzó a discriminarlas hasta el punto de que entre los doce apóstoles no hubo ninguna mujer. Y todavía hoy, en pleno siglo XXI, la gran mayoría de los «príncipes machistas» que gobiernan la iglesia no permiten que la mujer tenga los mismos derechos que el hombre dentro de la jerarquía eclesiástica.

Decía Freud, un misógino de campeonato, que el subconsciente de los hombres siempre ve a las mujeres como un objeto sexual-menstrual impuro de su propiedad. Y así aparecen los celos, con los que pretenden justificar, muchas veces, la violencia de género.

Todas estas peregrinas ideas de hombres más o menos famosos se producen porque en los asuntos del fornicio el hombre impone siempre su voluntad, y la mujer lleva todas las de perder al ser considerada como la mala, la descarriada, la pecadora, la culpable de todos los males, hasta el punto que en el siglo XIV algunos «respetables caballeros» decidieron crear en Valencia el primer convento de arrepentidas.

Así aparece en un curioso libro titulado: «Valencia y su reino. Colección de monografías sobre la historia, geografía, cronología, epigrafía y biografía de este reino. Los publica la sociedad El Archivo Valenciano bajo la dirección del Dr. Roque Chabás, Canónigo. C. de la R.A. de la Historia». Respetando escrupulosamente el texto, dice así:

Fuera del antiguo Portal i muro de Valencia, en la partida de Rovella. Se fabricó un Convento llamado de la Madalena, para castigo del horrendo caso que cometió una Señora Condesa, que llevada del abominable vicio de la carne, faltando a la fe de su marido, vino a parar en el lugar publico, siendo manceba de un cavallero, a quien la quitó un pescador vendiendole el pescado en la pública Pescaderia. Lleno de furor su marido el Conde, disfrazado i solo, la fue buscando por el mundo; llegando a Valencia la encontró mui desfigurada vendiendo pescado, i quiso matarla i degollarla allí mismo. Alborotose la Carnicería i su contigua Pescaderia i quitandosela de las manos los que allí se encontraron, la llevaron presa a la cadena para enmienda de su carnal vida: i la pusieron en una Casilla reclusa, sola i emparedada. De sus bienes dotales el Conde su marido hizo construir allí un Monasterio para recoger en el mugeres incontinentes.

¿Se dan cuenta del machismo imperante? Las mujeres eran las «incontinentes» -las que no podían contenerse- y los caballeros, unos santos varones, que en cuanto una mujer se oponía a sus deseos la encerraba en un convento y la emparedaba.

Pero no crean que las cosas han cambiado mucho. El pasado viernes pudimos leer en los periódicos la siguiente noticia: «Rusia de dispone a despenalizar los malos tratos». ¿Qué les parece? No cabe duda de que el machismo sigue imperando en nuestra sociedad.