La Ley de Memoria Histórica aprobada por el último Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y rechazada por el PP, no solo afecta a sonadas cuestiones de Estado, como la reciente petición del Congreso para reconvertir el Valle de los Caídos en un memorial de la guerra civil española y de la represión franquista, sino que también alcanza hasta la más pequeña de las localidades, y la Safor es buena muestra de ello.

Esa ley se aprobó con la finalidad de reparar, en la medida de lo posible, aquellas situaciones injustas que sufrieron miles de personas durante la guerra y la dictadura de cuarenta años que le siguió.

Y en esa línea va la moción que esta misma semana ha presentado el grupo de Compromís per Vilallonga para homenajear a Rosa Estruch Espinós, quien, durante la guerra, fue alcaldesa de la localidad con apenas 20 años de edad. En este caso coincide no solo la memoria histórica, sino también el hecho de haber roto moldes sociales, dado que fue la primera mujer en presidir la corporación municipal cuando en aquella época era algo insólito en localidades de ese tamaño.

Su «insolencia», por comunista y por su compromiso social y con la República, la llevó a un Consejo de Guerra en el que fue condenada a 15 años de prisión. Internada en el sanatorio de la Malva-rosa, durante la última etapa de su vida recibió la visita de amigos de Villalonga, pero sufrió la indiferencia institucional hasta su muerte, en 1978, dado que su cuerpo fue a parar a una fosa común que comparte, según los estudios, con miles de personas, lo que ha hecho imposible hallar su cadáver y, como era deseo de algunos, trasladarlo a su localidad.

En la moción que ha registrado en el ayuntamiento, Compromís pide que, atendiendo a la ley, se inicie el procedimiento de «reparación personal» a la figura de Rosa Estruch, dado que «su comportamiento y valentía adquieren una dimensión digna de reconocimiento que trasciende el ámbito local».

Entre las acciones que Compromís per Vilallonga plantea está la de dedicarle una calle, si es posible en el barrio de l'Alcúdia, de donde eran originarios sus padres, que emigraron a Argentina a principios del siglo pasado, donde Rosa nació.

Santi Alberca, portavoz de Compromís, indicó ayer que «es momento de hacer justicia y que Vilallonga reconozca a esta vecina, que, sin duda, se adelantó a su tiempo, abriendo camino en la defensa de la igualdad entre hombres y mujeres y en la defensa de un régimen de libertades y de democracia como el que disfrutamos hoy».

Caso de aprobarse la moción, esta sería la segunda reparación histórica de Vilallonga respecto a la represión franquista. En diciembre de 2008 un grupo de personas logró trasladar al cementerio de la localidad los restos de ernesto Botella Gisbert, quien fue alcalde durante los años 1937 y 1938, fusilado en Paterna en 1941.

En ese entierro no solo estuvieron familiares y amigos. También acudió el entonces delegado del Gobierno de España en la Comunitat Valenciana, Ricardo Peralta, así como el alcalde de la localidad, Juan Ros, lo que le dio un carácter institucional al homenaje a quien, como se demostró, fue injustamente asesinado en la terrible ola de represión que Franco impuso durante los primeros años de la dictadura.

De Simancas a «les Xocolateres»

En los últimos meses, e incluso semanas, distintas localidades de la Safor también se han significado por ese intento institucional de reparar, reconocer y divulgar el ejemplo de personas represaliadas por sus ideas o por la defensa de la democracia y la libertad y que, pese a haber transcurrido casi 40 años desde la promulgación de la Constitución Española, seguían en el olvido.

Como ayer publicaba este periódico, el instituto Joan Fuster de Bellreguard, en colaboración con el ayuntamiento, homenajeaba a Fernando Seguí, uno de sus vecinos que murió, o mejor fue asesinado, en Gusen, uno de los terribles campos de exterminio que el régimen nazi instauró por media europa durante la segunda guerra mundial. La gratitud se expresó hacia algunos de sus familiares, que acudieron al acto.

En estos momentos el Ayuntamiento de Oliva está negociando con todos los partidos políticos la redacción de una moción para reconocer a personas represaliadas durante el franquismo, entre ellas alcaldes que fueron de esta ciudad y que fueron fusilados en el cementerio de Paterna, donde estuvo activo uno de los paredones que marcaron la represión.

El municipio seguramente colaborará con aquellas familias que reclamen ayuda o asesoramiento para trasladar, si es posible, los restos de personas que fueron ejecutadas en Paterna o en cualquier otro lugar, aspecto que también se contempla en la Ley de Memoria Histórica vigente en toda España.

En Gandia apenas hace un mes que se borró de su nomenclátor público la referencia al Cuartel de Simancas, un episodio «heroico» del franquismo durante la guerra civil. La plaza resultante del grupo de viviendas que llevaba ese nombre ha pasado a ser «de les Xocolateres», en homenaje a las trabajadoras de la antigua fábrica de Nogueroles, situada justo al lado.

Y en Benifairó de la Valldigna hace tres semanas se rindió homenaje a Conxa Fons Blai, que fue la primera concejala de este municipio, en tiempos de guerra, un hecho que entre todos ocultaron durante años para evitar que tuviera problemas por su «atrevimiento».