­Los investigadores que trabajan en el campo del Alzheimer confían en que «no tarde» en conseguirse un chip genético que permita valorar cuál es el riesgo que tiene una persona de padecer esa enfermedad a lo largo de su vida, como ya se hace con algunos tipos de cánceres, y que eso ayude a lograr un tratamiento, según explicó el coordinador del laboratorio de Neurogenética del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, Onofre Combarros. El especialista es uno de los investigadores españoles que han colaborado en los estudios publicados el domingo sobre el Alzheimer, en concreto con el liderado por el Instituto Pasteur de Francia.

España ha contribuido a través del hospital cántabro, el Hospital Central de Asturias, la Universidad del País Vasco y el Centro de Biología Molecular de Madrid, que proporcionaron a sus colegas franceses información genética sobre unas 1.500 personas, la mitad enfermos de Alzheimer, la mitad sujetos sanos tomados como muestra de control para contrastar los resultados.

La colaboración de España y de centros de otros países, como Bélgica, Italia y Finlandia, ha permitido al Instituto Pasteur contar con una muestra de cerca de 15.000 individuos, similar a la manejada por el equipo británico responsable del otro trabajo.

Onofre Combarros, cuyo hospital es responsable de prácticamente la mitad de la aportación española, explicó que nunca antes se habían hecho estudios genéticos sobre el Alzheimer con muestras de ese tamaño, sino que los únicos precedentes, realizados en EE UU, abarcaban censos de apenas un millar de individuos.

Para este investigador español, ésta una de las principales fortalezas de los trabajos publicados el domingo, que demuestran que existen una serie de genes con un «papel importante» en un número amplio de pacientes de Alzheimer de diferentes países europeos.

Esos tres genes son la clusterina y el PICALM, identificados por el equipo británico, y el denominado receptor complementario (o CR1), señalado por el equipo francés. En ambos casos, son los primeros genes con implicación en el Alzheimer que se descubren desde 1993, cuando se determinó que una mutación de otro gen, el APOE, es responsable de uno de cada cuatro casos de Alzheimer.

«La idea que tenemos es que estos estudios continúen analizando más genes y que, en los próximos años, no sabemos cuándo, podamos disponer de una especie de microchip genético, de forma que con una pequeña muestra, como se hace en los estudios de sangre, se pueda detectar qué riesgo tiene una persona de desarrollar la enfermedad de Alzheimer», señaló Combarros.

Dos de esos genes, la clusterina y la CR1, están relacionados con la inflamación cerebral, lo que llevó el domingo a la coordinadora del estudio británico, Julie Williams, de la Universidad de Cardiff, a sugerir que utilizar antiinflamatorios de uso común, como el paracetamol o el ibuprofeno, puede tener efectos positivos sobre los pacientes.

Onofre Combarros coincide con ella, pero también advierte de que es un asunto complicado, porque los antiinflamatorios pueden causar sangrados digestivos en pacientes mayores y, antes de utilizarlos «a gran escala» con el Alzheimer, hay que confirmar mejor sus efectos sobre la enfermedad y valorar las reacciones que pueden producir.

Las asociaciones de afectados celebran la identificación de genes

Las asociaciones de afectados por el Alzheimer consideran que la identificación de tres nuevos genes relacionados con este mal supone un avance en la conquista de la enfermedad, aunque piden cautela hasta que la investigación avance para obtener resultados prácticos. El director ejecutivo de la Confederación Española de Familias de Enfermos de Alzheimer (CEAFA), Jesús Rodrigo, ha calificado, de «muy positiva» la noticia, ya que se están abriendo nuevas líneas de investigación, lo que significa que «la solución a este problema estará cada vez más cerca». efe madrid