Este músico, compostelano de vocación y que ha vendido 16.000 copias en la calle sin ningún tipo de producción, tan sólo deja de acariciar las cuerdas de su guitarra cuando alguien introduce una moneda en la bolsa negra que está a sus pies, porque, aseguró a Efe, "las melodías tienen que ser una terapia para las personas".

Pregunta.- ¿Cómo llegó a Santiago de Compostela?

Respuesta.- Llegué a la ciudad en octubre de 1997 para impartir un curso intensivo de su método armonía, composición y visualización para aprender a tocar la guitarra en la Escuela de Música. Tengo muchos amigos uruguayos que también son músicos y me consiguieron la posibilidad de dar clases.

Hace 27 años que imparto clases de guitarra, aunque más bien enseño a hacer sentir con esa música, pues las melodías tienen que ser una terapia para la persona. El músico está siempre revolviendo los sentimientos humanos, con su alternancia entre las melodías tristes y las melodías alegres.

P.- ¿Cómo describirías la ciudad?

R.- Santiago de Compostela para mí es una aldea grande, pues la gente siempre hace lo mismo y eso te da la oportunidad de conocer a las personas muy de cerca. En estos años he tenido la oportunidad de charlar mucho con sus ciudadanos y observo que en algunos aspectos se conserva la mentalidad de hace 50 años.

P.- ¿Quien le enseñó a tocar este instrumento?

R.- Mi abuela era una excelente guitarrista y fue la que me introdujo el gusanillo. Mi padre también era un amante de la música.

P.- ¿Por qué decidió llevar los acordes de su guitarra al casco histórico de la ciudad?

R.- La zona monumental y los alrededores de la Catedral albergan gran parte de la historia de Santiago de Compostela, son también lugares de peregrinaje mundiales en los que tengo oportunidad de conversar con gente de diferentes lugares.

El peregrino viene abierto de mente, esperando encontrar algo que en realidad está en sí mismo. Lo dijo John Lennon: "Estuve en todos los lugares y al final me encontré en mí mismo".

P.- ¿Disfruta tocando en la calle?

R.- Sí, porque la humanidad ha perdido el contacto entre las personas, sobre todo en las culturas occidentales en las que se ha impuesto la cultura del físico y del que dirán. Disfruto, porque gozo con las conversaciones con las personas, porque cuando más recibes es cuando menos esperas recibir.

P.- Dicen que aquí llueve mucho ¿Se ha adaptado bien al clima?

R.- En invierno procuro salir a tocar por las mañanas, para no tener frío en las manos. En esta época del año me dedico a las clases con mis alumnos y a ofrecer actuaciones con las formaciones de jazz a las que pertenezco, como Quique Azambuya trío.

En mis primeros años en la ciudad dejaba en invierno, pero ahora no puedo. Mi personaje, que surgió de forma accidental cuando me encontré sin trabajo, ha trascendido las fronteras gallegas. Hay gente que viene a Compostela y me busca. Así que tengo que sacar al negro, como suelo decir yo.

A raíz de mi participación en el programa "Tú sí que vales" he vendido más mis CD, he vendido alrededor de 16.000 copias en la calle, sin ningún tipo de producción.

P.- Y en su decisión de vivir aquí no ha influido el buen comer ¿Qué aprecia más de la gastronomía gallega?

R.- No soy degustador de los frutos de mar. Me gusta la carne y prefiero la ternera gallega, antes que el marisco.

P.- ¿Se quedará en Compostela de manera definitiva?

R.- Nunca sé cuanto tiempo voy a estar en algún lugar, estuve 12 años en Brasil y ahora estoy aquí desde hace 11. A veces, en medio de los planes que haces hay sitios que te atrapan y que se empapan de tu energía. De todos modos, nada es eterno y lo principal es seguir la intuición, lo que nos dicte el corazón.