La feria de Algemesí anunciaba, dentro de su programación, un cartel con el aliciente de ofrecer una terna totalmente femenina. Astados del hierro de Lagunajanda, propiedad de María Domecq, para la novillera local María Morillas y la torera murciana Conchi Ríos, con el aditamento de la rejoneadora Noelia Mota.

La presencia de mujeres en el singular palenque algemesinense no es nueva, ya que en 1934 ya actuaron en esta plaza las toreras Dorita Monreal y Pepita Núñez. Más adelante lo hicieron Cristina Sánchez, Elena Lledó y Lidia Corrales. Tampoco han estado ausentes rejoneadoras como Paquita Rocamora, Begoña Iglesias y María Sara. Ganaderas como Francisca Marín, Mari Carmen Camacho y María Luisa Domínguez. Incluso presidentas de festejos, como María Amparo Rodrigo, Miss España 1969, quien concedió el indulto a un novillo de Laurentino Carrascosa lidiado por Julián García. O Carmen Carbonell, reina de las fiestas en 1972.

Como prueba para acreditar las capacidades de las actuantes se lidió un encierro de Lagunajanda. Un lote de utreros correctamente presentados y que dieron buen juego, a pesar de que se les castigó con saña en varas. Buen tranco tuvo el rebrincado primero, noble el claudicante segundo, acusó un rejonazo defectuoso el tercero, que salió con celo y muchos pies de chiqueros. Excelente el cuarto y exigente y revoltosillo el que cerró plaza.

La local María Morillas encaró el compromiso con una más que plausible disposición, aunque se la vio insegura y falta de sitio ante su primero. Luego, con el excelente cuarto, anduvo más centrada en una labor muy ligera aunque sobrada de vistosidad.

La torera murciana Conchi Ríos se desenvolvió por la plaza con oficio y soltura. Manejó las telas con compostura y tiene un cierto sentido del temple, aunque faltó más reunión a sus labores.

Por su parte, la rejoneadora Noelia Mota hizo lo mejor de la tarde. Ortodoxa en la monta, resolvió la papeleta con profesionalidad y buen nivel, a pesar de que su oponente se aplomó pronto.