Adiós, Princesa ya está a la venta. El libro del abogado David Rocasolano, primo hermano de Letizia Ortiz, pone a caldo a la Princesa de Asturias, a la que adjudica un carácter "paranoico", desvela un supuesto aborto antes de conocer a Felipe y la petición por parte de la pareja de que se hiciera con los papeles de la clínica y los destruyera, y se refiere a la firma de unas capitulaciones matrimoniales que, según él, carecen de validez legal. Además, machaca la imagen del Rey, elogia al Príncipe y ofrece un relato demoledor sobre la muerte de Érika, la hermana de Letizia que, según él, se sintió abandonada.

"Era un día de primeros de septiembre de 2003 cuando Letizia me llamó. Aquella vez no hubo rodeos ni cordialidades. Sencillamente, me dijo: David, tienes que venir a casa. Necesito hablar contigo de un asunto importante. Y no puede ser por teléfono (...). Así que cogí el coche de inmediato y me dirigí a la Casa del Príncipe. La petición de mano se anunciaría para el primero de noviembre, apenas dos meses después (...). Felipe y Letizia me recibieron en el gran salón de la planta baja (...). Estaban nerviosos y se les notaba". "Tengo que contarte una cosa, David", dijo Letizia según Rocasolano, "una cosa que nos puede afectar a Felipe y a mí muy seriamente (...). Si lo que te voy a contar se llega a saber, es muy probable que esto no siga adelante. Y necesito tu ayuda. Hará un año que tuve un aborto voluntario hace un año en la clínica Dator de Madrid (...). Si esto lo sabe la madre de Felipe, la boda es inviable (...). Quiero que vayas a la clínica y limpies todos los papeles que hay allí".

Si le habían elegido a él para "limpiar el rastro, era porque no tenían a nadie más. Es decir, que Felipe no se había atrevido a encargárselo a alguien de su entorno porque temía que se le filtrara la información al Rey. De todos es sabido que Juan Carlos y Sofía se opusieron frontalmente, desde el principio, a que Felipe se casara con una divorciada (...) En cierto modo, Felipe estaba traicionando al Rey y a la Reina, ocultando unos hechos que, si en el futuro salían a la luz, podrían complicar la sucesión. Estábamos dando un pequeño golpe de Estado íntimo y muy arriesgado (...) Por la actitud de Felipe durante aquella tarde, calculé que Letizia se lo habría confesado muy pocos días antes". Una vez "rescatados" los documentos, "arrugué los papeles en el fregadero y les prendí fuego".

Letizia "era una chica contemporánea, normal y libre. Ahora es Princesa de Asturias. Las princesas no son contemporáneas, normales, ni libres. Toda esta historia nos ha arrasado, como un tsunami, y ya ni siquiera somos una familia. Nos hemos convertido en marionetas que alternan su existencia entre el papel cuché, las páginas de sucesos y los titulares de corrupción política (...). Ésta es la historia del choque de un gran tren expreso contra una modesta caravana de gitanos. Nos han arrollado, y ni siquiera se han preocupado de mirar hacia atrás. Érika está muerta y los demás nos hemos quedado solos y mutilados".

Siempre pensó Rocasolano que Letizia, "más que una pareja, buscaba entonces un profesor particular las 24 horas del día". La ruptura fue fría. "No hubo ningún tipo de discusión económica porque no había nada que repartir (...). De aquellos papeles, su sentencia de separación y divorcio, su convenio, su certificado de matrimonio, jamás se entregó copia a nadie, ni se guardaron en una caja fuerte bajo ninguna llave. Todos aquellos papeles siempre estuvieron custodiados en una caja archivadora de un sótano, protegido por un candado de 5 euros, muy cercano a la plaza Marqués de Salamanca. De la misma manera que los papeles de muchos de mis clientes".

Aunque no lo aparente, "Letizia es una persona insegura, bastante frágil, y que incluso sufre ciertos inexplicables complejos físicos. Desde jovencita. En su trato con los chicos del barrio o con los compañeros del instituto era bastante distante, gélida. Daba incluso la imagen de tía buena que se lo tiene muy creído. Pero esa frialdad era precisamente por todo lo contrario. Estaba causada por sus complejos".

Fue una velada llena de sorpresas, alguna tan inesperada como la voltereta del Rey para destensar la situación o la indisposición de Marichalar. Allí conoció a Pilar de Borbón: "Su comportamiento es siempre desagradable, prepotente, borde. Destila clasismo por los poros y por esos peinados ahuecados de pavo real en constante exhibición". "Encantado, chaval, cómo te va", le soltó el Monarca. "Después me fui dando cuenta de que eso que llaman la campechanía de Juan Carlos es, sencillamente, la forma de actuar de alguien a quien todo lo que no sea él, y lo suyo, le da exactamente igual".

"El Rey es un maleducado. He leído y escuchado en muchos sitios que Juan Carlos mantiene una relación poco cordial con Letizia. Yo no lo percibí nunca así. El trato que el Rey le dispensa a Letizia es parecido al que le ofrece a Sofía, a sus hijos o a sus nietos. En las numerosas ocasiones en las que los he observado, jamás he visto de Juan Carlos un gesto de cariño o afecto hacia su hijo. Ni hacia nadie".

La Princesa pidió la opinión de su primo sobre las capitulaciones matrimoniales que debía firmar sí o sí. Rocasolano le aconsejó que no lo hiciera: "Aquí se dice, por ejemplo, que en caso de separación renuncias por completo a la custodia de tus hijos (...). Lo que aquí se expresa no tiene validez. Yo que tú no firmaba". Intervino, incluso, Felipe: "Las capitulaciones son innegociables. Hay que firmarlas tal como están redactadas. No se puede cambiar ni una coma".

Rocasolano tiene muy buena imagen del Príncipe: "Es un tío cercano, accesible y con la suficiente inteligencia para no creerse hijo de ninguna deidad (...). Intuyo que él mismo duda de si algún día podrá heredar el trono (...). Es un hombre cordial y educado, atento e incluso servicial, como si se esforzara por diluir toda frontera social, económica y de linaje con sus invitados".

Rocasolano se moja: "Si tengo que proponer como mal menor que este tío sea el rey, me parece hasta aceptable. Felipe es una persona mucho más inteligente, mucho más formada y con mucha más humanidad y humildad que su padre".

El primo de Letizia muestra un amable retrato de Urdangarín: "Un tío cercano, cariñoso, agradable y con mucho sentido del humor. Creo que se dejó llevar por la inercia corruptora de todo lo que rodea este país".