Sandra Benítez: «No es una teoría, el cambio climático lo vemos desde el espacio»

"Ha habido un pequeño cisma entre la comunidad científica, que ha estado muy inmersa en sus actividades, y la sociedad civil. Tenemos que hacer un acercamiento", dice la astrofísica de la ESA

Sandra Benítez, en el Museu de les Ciències de València.

Sandra Benítez, en el Museu de les Ciències de València. / Miguel Angel Montesinos

La astrofísica Sandra Benítez estuvo ayer en el Museu de les Ciències de València, donde ofreció una charla en la que explicó cómo el trabajo de todos los profesionales que forman la Agencia Espacial Europea (ESA en inglés) contribuye a expandir el entendimiento del universo, pero también a la protección de la Tierra. Es responsable de Comunicación del Centro Europeo de Astronomía Espacial (ESAC) y también divulga en centros educativos.

El espacio fascina tanto a mayores como a pequeños. ¿Es una de las mayores ‘armas’ de divulgación científica y para concienciar sobre diferentes temas?

Exactamente. Usamos la Astronomía como puerta de entrada al resto de las ciencias. Las ciencias del espacio tienen la particularidad de ser muy visuales, hablan de cuestiones que nos hemos hecho los seres humanos desde antaño, como qué papel tenemos en el universo, si hay vida en otros planetas... y esa es la inspiración sobre el futuro. Utilizamos mucho los datos de observación de la Tierra que tiene la ESA para entender mejor nuestro planeta desde el espacio, observar los efectos del cambio climático, la deforestación, los glaciares, y cómo está cambiando realmente la atmósfera… Inspiramos a través de la exploración, pero también decimos que no hay «planeta B».

¿Debería estar el espacio y la astronomía más presente en los currículums educativos?

Por supuesto, sobre todo porque el espacio es el futuro, el mundo al que nos encaminamos y las generaciones más jóvenes tienen que conocerlo. Es un ámbito en el que caben todos los perfiles, hay muchísimas profesiones diferentes que se dedican al espacio: no necesariamente astrofísicos o astronautas, gente de todas las ingenierías, de desarrollo de software y hardware, abogados de derecho espacial, marketing y comunicación... La ESA es un lugar en el que se puede trabajar y hay muchas opciones.

Son carreras que se ven muy utópicas y quizás por eso mucha gente no se las plantea, ¿no?

Justamente y, además, en la educación se toca la Astronomía de forma muy transversal y a lo largo de muchos años: en Física, en Biología, en Tecnología... Habría que integrarlo mejor para estudiar ciencias espaciales de forma más coherente, sería muy necesario. Y sobre todo eso, para que la gente sepa qué tipo de personas trabajamos en el espacio.

¿Qué piden los centros educativos cuando contactan con la ESA?

Normalmente, llegar a los expertos para que expliquen, de primera mano, las misiones que hacemos. Coordino el proyecto educativo César y desarrollamos un montón de material didáctico. También hay disponible totalmente gratuito un archivo de datos de todas las misiones científicas, con imágenes, medidas de la capa de ozono, huracanes y tormentas tropicales… Hay mucha información y nosotros lo damos ya preparado al profesorado.

¿Y qué es lo que más preguntan los escolares?

Sobre la vida fuera de la Tierra que, además, estamos cerca de poder responder. Cerca, a lo mejor es la próxima década, pero tenemos ya misiones científicas que van a poder saber si un planeta de otro sistema solar podría estar habitado, o no. Y luego, a nivel ya más astrofísico, sobre los agujeros negros, qué hay más allá de un universo que se expande constantemente y cómo va a evolucionar en un futuro... Esas cuestiones que realmente nos preguntamos todos. También cómo se puede trabajar en una agencia espacial.

Decía antes que hay proyectos de la ESA que observan la Tierra, no el espacio. ¿Qué diagnóstico se puede hacer?

Los satélites reflejan que hay un impacto muy fuerte de la actividad humana en todos los ecosistemas: en los mares, los continentes, las masas forestales… y cada vez hay fenómenos naturales más extremos. Todo lo vemos desde el espacio, son satélites. Por ejemplo, desde 2010 se monitorean los glaciares, que están disminuyendo. Es muy importante dar acceso a estos datos para que todo el mundo lo sepa, que no es una teoría, sino el cambio climático, y lo vemos desde el espacio, literalmente. También tenemos mapas de contaminación atmosférica. La situación no termina de mejorar y tenemos que concienciar a toda la sociedad, también a autoridades e industria, para que realmente propongamos soluciones con tiempo suficiente. Lo que vemos es preocupante, pero también sabemos que tenemos la tecnología para resolverlo. Solamente nos falta la voluntad.

¿Preocupan los discursos negacionistas del cambio climático?

Sí, obviamente. Nuestra labor en la ESA es desmantelar estos discursos negacionistas, no solamente el cambio climático, sino cosas tan básicas como el terraplanismo. Contamos simplemente lo que vemos desde el espacio en tiempo real. Queremos que los ciudadanos tengan toda la información objetiva y transparente, que cada uno haga su cábala mental de forma informada.

Es paradójico que cuando más tecnología y datos hay, resurjan estos discursos y mentalidades.

Creo que ha habido un pequeño cisma entre la comunidad científica, que ha estado muy inmersa en sus actividades, y la sociedad. Se está intentando salvar esto, pero es verdad que ha habido esa distancia en la que no se ha explicado bien la importancia de la ciencia, cuáles eran las fuentes fiables de información, y ha sido un caldo de cultivo... Tenemos que recuperar ese acercamiento a la sociedad civil.

Y ya por acabar, ¿cuál debería ser el siguiente reto de la ESA y de los países europeos?

Es un momento muy interesante porque el año que viene es la conferencia ministerial, donde se deciden los planes de futuro, y uno de los temas fundamentales es volver a la Luna, un gran tema en el que los países ahora están trabajando mucho y Europa no puede quedarse atrás.

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