M. M. A., la única detenida en relación con el supuesto envenenamiento de Federico Gil Ribera, llevaba una vida desordenada y, según algunos vecinos, "arrastró a la perdición a su compañero sentimental". La mujer ha sido acusada de varios delitos contra el patrimonio, usurpación de estado civil y homicidio dentro de la operación "Epitafio", que ha desarrollado la Guardia Civil desde que la víctima ingresara en coma en el Hospital de Vinaròs.

Un día a mediados del pasado mes de febrero, Federico se levantó con total pérdida de visión. Su pareja lo atribuyó a un derrame cerebral. Al parecer, las pruebas realizadas en el hospital detectaron un rastro de productos químicos en su sangre y su situación no mejoraba con las transfusiones. Descartada la posibilidad de un derrame, descubrieron que el paciente tenía todos los órganos vitales destrozados. A las pocas horas murió.

Los vecinos de la urbanización Atalayas coinciden en que eran una pareja conflictiva. "Él había sido rescatado de la mendicidad por un señor que lo vio pidiendo en la iglesia de Benicarló y le dejó vivir en su casa, hasta que ese señor murió. Federico bebía entonces frecuentemente, pero era educado y elegante. Dicen que era hijo de un ex alcalde de Salamanca, un señor muy majo. Pero la conoció a ella, la dejó entrar en la vivienda y lo llevó a la mala vida, a la perdición", relata un vecino.

En Atalayas circulan historias de todo tipo sobre la pareja. Denuncias vecinales, jornadas de alcohol y escándalos por bares y comercios de la localidad. "Ya veías que ella no estaba bien", explican. Tenían dos perros, un pastor alemán y un pitbull, que "solían atacar" a la gente.

Tras morir el propietario de la casa, Federico siguió utilizándola y su compañera comenzó a vender los muebles. Desde joyas hasta antigüedades, desde cuadros hasta lámparas o porcelana. Los antiguos propietarios eran gente "con dinero" y ahora la pareja se deshacía de todo el patrimonio porque necesitaba dinero.

Los agentes investigan si M. M. A. falsificó la firma del difunto dueño del inmueble para sacar dinero de una cuenta corriente que tenía en un banco de Peñíscola, donde había unos 120.000 euros. Según cuentan los vecinos, ella decía que el propietario era su tío.

Un testigo explicó ayer que recientemente "vaciaron toda la casa e incluso hicieron obras en el inmueble. Decían que la iban a vender. Pero no sé cómo lo harían, porque no era suya ni tenían escrituras ni nada", añade.