Algunos les catalogarán de temerarios. Otros les aplaudirán por su valentía al defender a los suyos y lo que les pertenece. Son esos «héroes» anónimos, esos ciudadanos que se enfrentan a cacos y agresores, evitando que se salgan con la suya. En algunos casos quizá prime el instinto, una reacción nada mesurada para defenderse y en otras una autoconfianza fuera de lo común.

En la Comunitat Valenciana ha habido varios casos de ciudadanos que se la juegan contra los asaltantes, el último esta semana en Turís, donde un mecánico logró frustrar el robo de su grúa en una historia típica de un guión cinematográfico.

Como publicó este diario, el hombre percibió como le robaban por la noche su grúa. En lugar de avisar a la policía o quedarse pasmado, el vecino se lanzó sobre la rampa del vehículo con la intención de recuperarlo. Y desde luego lo logró. Estuvo agarrado a la grúa durante 24 kilómetros y casi una hora. Cuando llevaban medio kilómetro, los cacos se dieron cuenta que llevaban a un «polizonte» con el que no contaban. Uno de ellos, el copiloto, se apeó del vehículo. El otro siguió al volante y fue dando bandazos y conduciendo a alta velocidad para que el dueño cayese al asfalto. No obstante, la víctima logró llegar hasta la cabina, romper el cristal a puñetazos y forcejear con el ladrón, el cual finalmente paró y se dio a la fuga.

En marzo de este año, el botín recuperado fue un camión y los protagonistas, un hombre, su mujer embarazada y un cura, que emprendieron una curiosa persecución.

Los tres volvían en coche en la madrugada por la carretera de Aspe, en Alicante, tras una cena. Entonces se cruzaron con el camión de una empresa, el cuál habitualmente conducía el cuñado del matrimonio. Les extrañó verlo un fin de semana y aún más la hora, así que se les ocurrió alcanzarlo. Cuál fue su sorpresa cuando vieron a un desconocido al volante. Tomaron la matrícula y llamaron al dueño de la empresa, a quien conocían. Mientras seguían con esta persecución, el dueño de la empresa lo alcanzó cuando estaba estacionado, comprobando el aviso. También se había dado la alerta a la Guardia Civil que dio el alto al camión. Hizo caso omiso. Poco después salió corriendo entre los campos a oscuras.

«El caco pedía que no le pegara»

También hace ya varios años, un vecino de Torrevieja logró recuperar su coche enfrentándose al ladrón que se lo intentaba agenciar. El hombre se había dejado el coche con las llaves puestas durante un momento en la puerta de su garaje, tiempo suficiente para que se lo colara un individuo dentro del turismo.

El dueño se metió por la puerta del copiloto en marcha y como él mismo relató «empecé a darle puñetazos mientras estaba sentado al volante y como se vio acorralado, pisó el acelerador, cruzó la calle se subió a la acera y empotró el coche contra la pared. El ladrón me decía que no le pegara». También en este caso, la historia acabó con el caco a la fuga.

Echar a los asaltantes armados

Más dramática fue la situación que vivió una familia de Alberic, que se enfrentó a tres ladrones armados. Los tres delincuentes se metieron en la vivienda mientras la familia dormía, forzando la puerta. Cuando el matrimonio despertó vio a tres personas armadas con cuchillos diciéndoles que se taparan la cara. A continuación obligaron a la mujer a que les abriera la caja fuerte. Ella no podía, así que los individuos dijeron al hombre que saliera de la habitación y amenazaron a su mujer de muerte.

Al ver esta situación y también percatarse de que iban a entrar en la habitación en la que dormía su hijo, el dueño se revolvió. Tras forcejear con ellos, logró sacarlos de la casa, no sin resultar herido . También ella recibió varios golpes en este asalto.

Afortunadamente las lesiones fueron de carácter leve y todo quedó en un terrible susto.

Atrapar al ladrón

También hay casos de héroes anónimos que intervienen para ayudar al prójimo. Uno de ellos se produjo en un autobús de la EMT, concretamente en la línea 81 de la ciudad de Valencia. El conductor hizo una parada para poder ir al baño y en ese momento se dejó las puertas de la parte delantera abiertas.

Aprovechando el descuido un individuo se coló y se abalanzó sobre el asiento del conductor. Se hizo con el teléfono móvil del chófer y con parte del dinero de la caja. Un grupo de pasajeros salió a la caza del caco y avisaron al conductor que se unió a la persecución. Finalmente le alcanzaron y retuvieron hasta la llegada de los agentes de la Policía Local.

En otra ocasión, los protagonistas fueron unos taxistas. El suceso tuvo lugar en el barrio de Ayora. Un ladrón atracó a un profesional dentro del taxi poniéndole un cuchillo en el cuello. Salió a toda prisa con un botín de 75 euros, pero su plan no salió adelante. Los compañeros del taxista vieron la situación y salieron tras el tipo y lo pusieron a disposición de los agentes tras reducirle.

Mención aparte merecería la ayuda que los agentes reciben de denuncias anónimas facilitando las tareas de seguridad bien en comisarías o a través de las redes sociales. Sea para defender sus bienes, sus familia o a otras personas, el instinto o el valor aflora en casos que muestra víctimas hechas de otra pasta.