La Guardia Civil investiga si la pareja hallada muerta en un chalé de la playa de Oliva el pasado miércoles murió por causas naturales, con apenas unas horas de diferencia, algo que deberá confirmar la autopsia que se le practicará hoy a los cadáveres en el Instituto de Medicina Legal de Valencia.

En principio, y a falta de la confirmación con los datos que se obtengan en la necropsia, la hipótesis más probable es que fue el hombre, Klaus Stegemann, de 70 años, el primero en morir, posiblemente como consecuencia de un ataque de origen cardiaco, y que el fallecimiento de su esposa, Christel Evelyne Stegemann, de 73, se produjo muy poco después. La tesis más probable es que la mujer, que había quedado casi totalmente impedida como consecuencia de un ictus sufrido hace apenas tres semanas, pudo sufrir un segundo accidente cerebral al verse impotente para prestar ayuda a Klaus, tenido en el suelo, a muy pocos metros de ella.

De hecho, la circunstancia de que los dos se encontrasen en la misma estancia —el salón de la vivienda— refuerza esta teoría. Tanto eso, como la posición de los cadáveres, dado que el de la mujer, que apenas tenía movilidad, estaba caído al pie de la silla en la que estaba sentada y el del hombre, que tenía restos de sangre, a escasos metros del de ella.

En principio, todo apunta a que el doble fallecimiento se produjo tres días antes del hallazgo, alrededor del domingo, a tenor del estado de putrefacción de los cuerpos.

Tesis inicial errónea

Los cadáveres fueron encontrados el miércoles gracias a la llamada de unos vecinos que, alertados por el fuerte hedor que provenía de la casa de los alemanes, llamaron a la Policía Local de Oliva sobre las seis y media de la tarde.

Los agentes, que accedieron por una puerta lateral abierta —la principal estaba cerrada y nadie respondía al timbre—, encontraron la macabra escena, vieron que había algunos muebles movidos en la estancia y llamaron a la Guardia Civil ante la posibilidad de que se tratase de un doble crimen.

De hecho, los agentes del instituto armado confirmaron a sus superiores esa posibilidad manejada en un primer momento, por lo que responsables de la Comandancia de Valencia pidieron la presencia de un equipo de inspecciones oculares del laboratorio central de criminalística, con sede en Madrid. Se trata de una medida excepcional que no se había tomado antes, dado que Valencia dispone de su propio laboratorio, uno de los primeros en toda España en recibir la acreditación de calidad que expide ENAC.

De hecho, la vivienda, situada en la urbanización Terranova 3 de Oliva, muy cerca de la playa y del Barranc de la Palmera, que separa ese municipio del de Piles, fue precintada y custodiada toda la noche, hasta que llegaron los especialistas del grupo de Homicidios de Valencia y del equipo de criminalística desplazado desde Madrid, que en poco tiempo descartaron que se tratase de un homicidio, un suicidio pactado o que la casa presentase el escenario propio de un robo. Además de la vivienda, examinaron el coche de la pareja, estacionado en la calle, abierto, como solía dejarlo Klaus.

«Queremos terminar nuestras vidas aquí»

«Queremos terminar nuestras vidas aquí. ¡Ojalá podamos vivir en este sitio muchos años!». Fue el deseo que Klaus Stegemann lanzó al aire poco después de alquilar, en agosto pasado, la casa en la que falleció junto a su mujer. Lo relata uno de los pocos vecinos con los que habían cruzado alguna palabra. Antes, esta pareja de jubilados alemanes con un hijo en Estados Unidos, había vivido durante año y medio en otro chalé, en la urbanización Tossal Gros, también en Oliva, pero en la montaña, que quisieron cambiar por el mar. Entres los escasos vecinos de la urbanización Terranova tenían fama de educados, aunque reservados. Apenas se relacionaban con nadie, entre otras cosas por su desconocimiento del idioma. miquel font oliva