Un hombre de 62 años fue encontrado muerto en su vivienda de la calle Ingeniero José Sirera de Valencia en noviembre de 2012. Aparentemente todo apuntaba a que el sexagenario había fallecido por causas naturales y que el golpe que presentaba en la cabeza podía ser producto de una caída accidental. Sin embargo la autopsia realizada por los médicos forenses del Instituto de Medicina Legal de Valencia destapó que se trataba de una muerte violenta. Juan Antonio Rubio González había muerto estrangulado.

Tres meses después, fruto de las pesquisas del grupo de Homicidios de la Policía Nacional de Valencia, fue arrestada como presunta autora del crimen la compañera sentimental de la víctima, una mujer de 59 años y nacionalidad española. Ahora el Ministerio Fiscal solicita para la acusada una pena de trece años de prisión por un delito de homicidio, con la circunstancia agravante de parentesco.

Los hechos ocurrieron el 7 de noviembre de 2012 cuando Irene N. G. se enzarzó en una discusión con su pareja, un hombre viudo de 62 años, en el domicilio de éste, situado en la calle Ingeniero José Sirera de Valencia. La fiscalía no detalla en su escrito el móvil del crimen, aunque según las fuentes consultadas, parece ser que el detonante fue la intención de la víctima de poner fin a la relación sentimental, decisión que no asumió la presunta homicida. De hecho, previamente el sexagenario ya había intentado romper con ella en varias ocasiones, pero la mujer lo acosaba y fruto de su insistencia regresaban juntos. Parece que detrás de todo ello había un interés económico, ya que Juan Antonio costeaba todos los gastos de la sospechosa y ella se negaba a perder el nivel de vida que éste le ofrecía.

De esta forma, en el transcurso de la discusión que ambos mantuvieron el 7 de noviembre, la acusada «le agarró fuertemente por el cuello y, llevada por el ánimo de quitarle la vida, le apretó con ambas manos hasta que consiguió que éste, finalmente, dejara de respirar», según el relato de hechos del Ministerio Fiscal. Para ello la mujer se valió de su mayor corpulencia física.

Juan Antonio Rubio González, padre de dos hijos mayores de edad, falleció por asfixia por constricción manual del cuello. La Fiscalía solicita también que la acusada indemnice a cada uno de los hijos del fallecido con 20.000 euros.