Un vecino de Buñol propinó un puñetazo y una patada en la cara a otro hombre, conserje del Pabellón municipal, al que le rompió el pómulo y causó heridas en la nariz después de que este último le recriminara que llevara sin atar un perro de raza peligrosa.

Según ha explicado hoy el alcalde de Buñol, Rafael Pérez (EUPV), el pasado 5 de mayo el presunto agresor paseaba al animal sin correa y el empleado público, que conocía las "múltiples denuncias" que había ocasionado ya ese can, le avisó de que el can debía ir atado y con bozal.

El propietario del perro "se lo tomó mal" y se encaró con el conserje, que se encontraba en su horario de trabajo y que se mantuvo firme en pedirle que llevara controlado al perro.

El dueño del can, que posee conocimientos de artes marciales, "noqueó" al funcionario, primero con un puñetazo y después con una patada directa a la cara que hizo que la víctima perdiera el conocimiento.

Unos vecinos socorrieron a la víctima, de unos 40 años, que fue atendido después por los servicios sanitarios de la mutua y que en los próximos días tendrá que ser operado por la rotura del pómulo y la lesión en la nariz.

El alcalde de Buñol ha indicado a EFE que el conserje se encuentra "bien" después de la brutal agresión, aunque "nervioso y asustado" por la operación.

Asimismo, Pérez ha informado que el ayuntamiento actuará para defender al trabajador y ha expresado su repulsa por el ataque, cuyo resultado ha calificado como "muy grave".

En un comunicado, el Comité de Empresa y la Junta de Personal del consistorio también han condenado los hechos "que atentan a la dignidad de la persona y de los trabajadores municipales y a su integridad física", al tiempo que le han deseado una "pronta recuperación" al funcionario.

Tras estos hechos, la Guardia Civil ha abierto diligencias para esclarecer las circunstancias en que se produjeron los hechos y depurar las posibles responsabilidades del agresor, que se encuentro en libertad pero localizado.

El perro en cuestión ha protagonizado diversos incidentes en Buñol, como en una ocasión en la que se comió un pato vivo, propiedad de otro vecino, según han indicado fuentes municipales.