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La cara y la cruz del soterramiento de las vías

El día que el Cabanyal fue ciudad

El entierro de las vías del tren en el barrio acabó con los accidentes, pero también con el estilo de vida de este poblado marítimo de Valencia

­Mencionar las antiguas vías del tren del Cabanyal parece un ejercicio extraño para los vecinos de este barrio , que todavía lidian hoy en día con problemas urbanísticos y sociales pendientes de resolver. Sin embargo, cada vez que se evoca a las viejas vías, los vecinos no pueden evitar reaccionar con una sonrisa. Recordar la antigua estación es rememorar el poblado marítimo y el estilo de vida de un barrio de Valencia que aún sueña con retornar a sus viejas costumbres.

«Con la construcción del túnel ferroviario llegó el progreso al Cabanyal. Nos unimos a Valencia», afirma una vecina del barrio, quien celebró la inauguración de la nueva estación como el fin de los accidentes en las vías. «Había un susto todas las semanas. Sin embargo, los niños siempre estábamos frente a las vías, a ver lo que pasaba», afirma Amparo García, una vecina del Cabanyal, nacida en el número 8 de la calle Lluís Peixó, próxima a las antiguas vías del tren. «Una gran proporción del terreno cercano al tren era todo huerta y barracas de labradores. De hecho, uno de los accidentes que presencié que más me marcaron fue el de una agricultora que venía al barrio para vender verdura. Cuando pretendía cruzar las vías, un tren le pilló desprevenida y le cortó el brazo. Mi madre estuvo con ella hasta que se la llevaron. Solo decía: ´El meu braç! El meu braç!», cuenta la vecina del Cabanyal. Los dos trenes que pasaban por esta vía eran el de dirección a Barcelona y el de dirección a Zaragoza, o el «Churro», tal y como lo llamaban los vecinos del Cabanyal.

Gran parte de la vida de este barrio marítimo se concentraba junto a las vías. Y es que junto a ella quedaron patentes varios de los acontecimientos propios de cada época, como es el caso del estraperlo durante los periodos de necesidad en la ciudad. «Los que se dedicaban a ese negocio rondaban las vías y la estación. Vendían casi de todo pero, en general, productos de primera necesidad. A veces, cuando eran descubiertos por la Guardia Civil, corrían a través de las vías, arriesgando su vida. Recuerdo que una vez, el tren pilló a uno, dejando un reguero de sangre y harina en las vías», recuerda García, quien asegura haber visto más de un suicidio de algún que otro rico venido a menos. «Se echaban a las vías sin pensar», añade.

De poblado, a barrio

Si algo cambió el soterramiento de las vías fue la apertura del Cabanyal a la ciudad de Valencia. Los vecinos todavía recuerdan algunos hábitos de vida que se vieron truncados con la llegada de las ocupaciones de viviendas y problemas relacionados con la droga.

«La mayoría de los vecinos no cerraban nunca las puertas con llave y estábamos todos más unidos. De hecho, siempre que íbamos a comprar, decíamos: ´¡Nos vamos a Valencia!´», afirma Vicente Almazán, vecino del barrio, quien reconoce que la creación del túnel del Cabanyal acabó, en parte, con el estilo de vida del poblado. «A pesar del cambio que supuso para el Cabanyal, las ocupaciones de viviendas y la degradación del barrio ya empezaron antes del soterramiento. Pero no hay duda que al abrirse a la ciudad, se agravó todo. Muchos vecinos no pudimos resistir las ocupaciones de viviendas y nos marchamos de nuestras casas», asegura este vecino, quien ahora vive en un bloque de viviendas en el mismo barrio.

En cambio, Carlos Cea, vecino de Serrería, considera que «todo lo que trajo el túnel fue positivo para el barrio». «La vía no era el Muro de Berlín. Era más difícil la comunicación con la otra parte de Valencia, pero su demolición no supuso un cambio tan trascendental. Además, las vías suponían un tormento para los padres, porque tenían que tener mucho cuidado con los niños », asegura, ya que para este vecino, la creación del túnel fue un triunfo vecinal. Con él coincide Paquita Sales, vecina que habita frente al terreno que ocupaba la antigua fábrica de cerveza Águila. «Podíamos ir a Valencia de un salto. Fue un éxito del que hay que aprender, porque tenemos muchos problemas pendientes. El Cabanyal tiene que seguir avanzando», afirma, en relación a las actuaciones que piensa llevar a cabo el consistorio a partir del verano. «El barrio continua dividido por el futuro del barrio. Pero tenemos que decidir si queremos hablar del presente con el mismo orgullo del que hablamos del pasado», afirma la vecina.

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