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Bruselas nos evita desengaños

Se acercan las elecciones y en breve los ciudadanos se verán expuestos a gran cantidad de promesas electorales para captar su atención y conseguir su voto. De estos cheques en blanco planteados por los partidos políticos, que no al portador porque la mayoría se pierden por el camino, los más atractivos suelen ser las bajadas de impuestos.

El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ha aplicado entre finales del pasado ejercicio y este año una reducción del IRPF que anunció en la precampaña electoral de las pasadas elecciones. Esta medida, que debía beneficiar a las clases medias, el contribuyente ni la ha notado. Eso sí, ha provocado una merma en los ingresos públicos de 1.582 millones en el primer trimestre de este ejercicio. ¿Cuántos kilómetros de corredor mediterráneo se podrían construir?¿Cuántos proyectos de investigación se podrían haber sostenido con tan magna cantidad? Por no contar que podrían ayudar a rebajar casi 0,15 puntos el déficit del Estado. De haberse ingresado, el destino de ese capital lo hubiera tenido que decidir cada opción política, pero es evidente que se trata de mucho dinero.

Este tipo de anuncios, aunque el presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, hizo algún amago la semana pasada, será complicado que se vuelva a repetir . El aviso de Bruselas a España de que posiblemente será multado después de elecciones por volver a incumplir el Plan de Estabilidad y, sobre todo, el mazazo del ministro de Finanzas alemán y amigo de los populares españoles, Wolfgang Schäuble, al mostrar su descontento por la lentitud de las sanciones a España frenarán estas actitudes.

Ante esta tesitura, será difícil que el Partido Popular, Ciudadanos o el PSOE planteen rebajas de impuestos que no van a poder cumplir sin exponerse a más reprimendas y multas de Europa. Máxime cuando el objetivo de déficit está al alcance de la mano. La línea de Podemos y las confluencias es otra, la de plantear unos cambios en los impuestos para incrementar los ingresos de las arcas públicas.

Esta campaña electoral no será una guerra tributaria de promesas y rebajas de impuestos sin ton ni son. Porque si algo necesita España es una reforma fiscal para incrementar la progresividad de los impuestos y las tasas. Por ejemplo, eliminando muchas de las desgravaciones y bonificaciones que hacen perder al Estado miles de millones de euros, 50.000 sólo el pasado año.

No estaría mal repasar la fiscalidad de las transacciones financieras entre las multinacionales y sus filiales. Los ingresos consolidados de las firmas del IBEX 35 no tienen porqué tributar en España. No tiene sentido. Ahora bien, sí que es interesante, y evitaría mucho el fraude y la evasión, controlar los flujos de capital interno que muchas veces se camuflan como préstamo.

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