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La gran diferencia

La gran diferencia

Sí, ya lo sé, pasar el rato divagando sobre Layhoon y por consecuencia contra Meriton es lo fácil. Pero también lo inevitable. Yo en realidad hoy quería escribir sobre lo mucho que me perturba que futbolistas nacidos después del año 2.000 estén a esto de despuntar en el mundo profesional (debe ser la crisis de los treinta). Tendrá que ser otro domingo. No me queda más remedio que reaccionar ante la performance que planteó la presidenta en su actuación del jueves. Una mezcla entre Black Mirror, Pérez Reverte y Paulo Coelho.

Reconozco que un poco de razón sí lleva, que la culpa es nuestra por no entender las inmensas diferencias culturales que nos asolan. Somos bastante catetos, ya que no nos da para comprender que la propiedad está poniendo toneladas de compromiso, que Layhoon está lejos de su familia, que podría cobrar más en otros sitios. En lugar de valorar todo eso nos fijamos en menudencias como que el Valencia en plenas navidades solo tenga doce puntillos.

Pues claro que sí hay una gran diferencia cultural. Normalmente en situaciones críticas como la que vive el Valencia lo normal es que la dirección quiera aquietar los ánimos, soltar un poco de humo positivo, algún golpecito de efecto, intentar cerrar filas, hablar de fichajes, endulzar el panorama. Sí, eso, y no hacer una rueda de prensa a lo bonzo deslizando soberbia, descontrol, con mensajes tan poco hábiles que acabaron ensombreciendo la promesa de fichajes. Bastaba con asumir unas cuantas culpas y hacer ejercicio de enmienda, no atrincherarse ni decir justo lo contrario que lo que diría el Director deportivo un rato después en las radios.

Se escandalizó la presidenta cuando le hablaron sutilmente de dimisión. La guardia de corps, bien mustia, hizo ruido para condenar una sugerencia tan estrafalaria. Entendible: una vez se pronuncia la palabra, se visualiza la posibilidad. Ahí también hay una gran diferencia que no pillamos. En el país multicolor donde habita Meriton tener doce puntillos, haber incumplido las principales líneas programáticas, dejar a un club en el caos y el desapego popular lo que de verdad merece es que los periodistas le pregunten sobre si se le ha pasado por la cabeza subirse el sueldo como ejecutiva o, ya que estamos, que le hagan un busto en la entrada de Mestalla.

Cuando Layhoon señala que Lim ha adquirido factorías a las que fue hace treinta años, para la inauguración, y no ha vuelto? el argumento es tan flojo, tan provocativo, que, en efecto, deben ser las diferencias culturales las que le den razón, porque en un mundo claro a todas luces la analogía parece un error obsceno. Intenta justificar el desapego blandiendo la eficaz asepsia empresarial. El problema es que aquí ni criterio empresarial, ni asepsia ni eficacia, tan solo un gran churro. Por su bien que los hospitales y las industrias funcionen mucho mejor.

En resumen, Layhoon (que es Lim, ¿o es Lim quién es layhoon? qué lío) tiene toda la razón con su insistencia en las diferencias culturales, solo que confunde el orden de los términos. no es que su proyecto no funcione por culpa del mal rendimiento de los futbolistas y por la desafección social, es que es justo a causa de su proyecto por lo que los futbolistas ofrecen un bajo rendimiento y la sociedad valencianista arrastra un hastío épico. una leve distorsión de enfoque que explica una inmensa impotencia: la de quienes encallan su negociado y no ven culpa propia alguna. Toda una diferencia cultural.

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