Mario Alberto Kempes, el jugador más carismático de la historia del Valencia, ha dejado de ser embajador internacional del club. En una decisión personal del propietario Peter Lim, la entidad ha decidido no prolongar «la relación mercantil» que le unía con el mítico exdelantero argentino, y que expiró el pasado mes de diciembre. La versión oficial del Valencia se basa en la supuesta ineficacia del cargo de Kempes, de 62 años, por vivir en Estados Unidos, donde desarrolla su labor profesional como comentarista televisivo de la cadena ESPN.

Sin embargo, la polémica decisión no se limita a una simple ecuación de productividad, y más teniendo en cuenta el tremendo calado popular de Kempes en la masa social del club y la naturaleza honorífica de su tarea, con una remuneración que era simbólica. En la cúpula del club nunca ha gustado el tono crítico con el que Kempes ha opinado de la actualidad valencianista, sobre todo en los dos últimos años, en los que la situación de la entidad, bajo la propiedad de Lim, se ha desmoronado desde el punto de vista deportivo. Al Matador, doble Pichichi del equipo campeón de la Copa, Recopa y Supercopa entre 1979 y 1980, no le ha temblado el pulso a la hora a la hora de enjuiciar las decisiones de Lim, la influencia de Jorge Mendes en la planificación deportiva o el rendimiento puntual del equipo.

La última crítica llegó en la madrugada del pasado sábado. Después de la derrota contundente contra el Alavés en Mestalla: «Señores, lamentablemente estamos en presencia de un equipo que está perdido. No hay juego, no hay dirección y son pocas las ganas que se ven», señalaba desde su cuenta de Twitter. Horas después, el propio Kempes anunciaba que el club había prescindido de sus servicios.

Reunión en Nueva York

No obstante, la decisión del club no se ha debido a ningún calentón repentino. Es una reflexión meditada en frío por Lim. La noticia le fue comunicada en persona a Kempes la semana pasada, en Nueva York, días antes del partido ante el Eibar, en un almuerzo con el jefe de marketing Damià Vidagany, de viaje en Estados Unidos en busca de acuerdos de patrocinio.

Si bien el Valencia, en un comunicado oficioso, ha asegurado que Kempes «es y seguirá siendo uno de los grandes y apreciamos su mandato como embajador» y que el club «considerará favorablemente volver a establecer esa relación mercantil» si vuelve a vivir en la ciudad, la realidad es que la decisión ha encolerizado a un sector mayoritario de la afición. El cese de las funciones de Marito agudiza el bajo momento de popularidad de Meriton, y se produce en el peor de los contextos, en la mayor crisis deportiva de la historia moderna de la entidad. En un presente como el actual, tan falto de satisfacciones, referentes emocionales como Kempes son el último refugio. Su adiós se interpreta como un paso más en la decadencia de la institución.

Kempes, reclutado como embajador del club en 2013 por Amadeo Salvo, dejó claro ayer que su militancia blanquinegra, y su sentido crítico, seguirán incólumes: «Pero mis sentimientos para este club no cambiarán y seguiré dando mis opiniones sobre lo que desde mi punto de vista no sea correcto. Amunt».