Y Prandelli quiso traer a Evra, un lateral izquierdo de 35 años, en el mercado de invierno. Tal ha sido el desconocimiento de la cantera y del club en los últimos meses, cuando a muchos se les pasó por alto la proyección de un chico de 19 años para cubrir, junto a otro de 21 (Gayà), la banda izquierda durante años. Antonio Latorre, Lato, se doctoró ayer en Mestalla ante un rival durísimo que le exigió muchas respuestas y fueron, la mayoría, correctas. Lato es un zaguero contudente atrás y valiente para alcanzar la línea de fondo. Este es un problema histórico del Valencia: no saber apreciar lo que hay en la casa (Isco ya se escapó al Málaga por cinco millones porque nadie, en Mestalla, advirtió que se trataba de un genio).

El Valencia ha llegado al último tramo del campeonato en su mejor momento. Voro ha construido en tres meses una estructura donde había un vacío. Por fin hay una defensa en la que confiar (el Sevilla, pese a su enorme empuje, solo disparó dos veces a portería). Por fin hay un centro del campo con alternativas, aunque ayer Soler, alternando las bandas para darle protagonismo a Orellana, no encontró el hilo al encuentro. Y por fin hay un delantero, Zaza, que puede marcar en cualquier momento, aunque ayer estuvo un tanto desafinado.

Pero es un equipo, un avance kilométrico respecto a la primera parte de la Liga. Desactivadas las delanteras y con pocos espacios los centrocampistas (la presión de ambos conjuntos fue agobiante), destacaron los laterales: Martín Montoya imperial en las arrancadas y también en el corte (el que había sido su punto débil durante casi todo el curso).

Mordía Sampaoli a sus jugadores desde la banda para que no dejaran jugar a los valencianistas. Si se marcha a La Albiceleste, el Sevilla pierde mucho. Su huella es apreciable en cada poro de un conjunto capitaneado con grandeza por el valenciano Iborra, que juega andando.

El Valencia llegó muy justo al final y Voro quiso refrescarlo con Cancelo, Nani y Sati Mina. Solo el portugués sumó clase a varios ataques en poco tiempo. Hubo poco trabajo para los porteros, muy protegidos en ambos casos. Sin goles que celebrar, a algunos les pareció un tostón el partido. A otros, sin embargo, nos hizo sentir que el Valencia, ahora sí, está preparado para competir con cualquiera. Es un equipo orgulloso de sí mismo y capacitado para todo. Con unos retoques bien dados podría subir los escalones que le faltan. La Liga se ha hecho corta. Se ha perdido tanto tiempo en experimentos cuando la solución, sentido común y mano izquierda, estaba en casa.