Enrique Morente (Granada, 1942) actúa hoy, a las 20 horas, en la sala Mirror de Valencia en solidaridad con Salvem el Cabanyal, la plataforma contraria a la prolongación de Blasco Ibáñez, con motivo de la clausura de la muestra artístico-reivindicativa "Portes Obertes". Desde su casa en el Albaicín responde a la llamada de Levante-EMV para explicar los motivos de embarcarse en esta aventura orquestada a través de Cardamomo, la fundación de apoyo a la cultura que dirige Soledad Morente, una de sus hijas.

¿En el concierto se arrancará por soleares, fandangos o quizás con un "quejío"?

Es un concierto de flamenco, sin demagogia. Voy a actuar como si lo hiciera en el Palau, aunque al mismo tiempo es una forma de solidarizarme con un barrio precioso, de mucho sabor y mucha vida. El Cabanyal es uno de los corazones de la ciudad y no vamos a permitir que lo destrocen.

¿Conoce el proyecto urbanístico del Cabanyal?

Lo suficiente como para apoyar a la asociación de vecinos que defiende la supervivencia de uno de los barrios con más sabor de la ciudad. Estoy informado y tengo plena conciencia de lo que está pasando en el barrio. Son muchos kilómetros [de Granada a Valencia] y no podría ser de otra manera. El Cabanyal, como el Albaicín o Lavapiés son corazones importantes de las ciudades. A mí me mueve ver que la gente sufre injusticias inmobiliarias que siempre benefician a los ricos, a unos pocos, mientras los que menos tienen pagan el pato y se les destroza para el resto de su vida. Tirar el Cabanyal es una barrabasada, como también lo sería tirar la Lonja o la iglesia del Carmen.

¿Cómo surge su implicación con los vecinos de este barrio?

El concierto surgió a través de la Fundación Cardamomo. Me explicaron la historia y no me lo pensé. Que me digan que van a hacer una avenida hacia el mar atravesando un barrio histórico de una ciudad es algo muy preocupante. Quiero hacer el mejor concierto. Voy con mi grupo al completo.

¿Qué es Cardamomo, además de una planta medicinal?

Es un grupo de artistas de flamenco que se reúnen en un bar de Madrid, que han decido crear una fundación porque quieren hacer cosas a favor de la cultura y que está a cargo de Soledad Morente [una de sus hijas].

¿En qué otras iniciativas solidarias se ha implicado?

Cada semana tengo propuestas y homenajes y no podría aceptarlas todas. He cantado por Amnistía Internacional y también por el Frente Polisario.

¿Tiene fe en los políticos?

El mundo está viviendo unos momentos muy duros. La crisis más profundas no son las nuestras, hay otras. Nuestra clase política está en una lucha feroz por el poder y esto angustia al ciudadano en el que crece la desconfianza. Yo no tengo carné político; yo pertenezco al partido de la libertad y de la democracia, pero me preocupa la corrupción, que cada vez crece más, y que a los jueces que la combaten, como Garzón, se les ataque. Esto es malo para la derecha y para la izquierda. Tengo confianza y esperanza en que el pueblo sepa elegir y acertar.

Es usted un cantaor atípico, que se ha atrevido a fusionar flamenco y rock-punk.

Hay que hacer de todo para comer [risas]. Me gusta mucho lo tradicional, el respeto a lo ancestral. A lo que más tiempo he dedicado es a conocer el cante jondo, sus códigos y cánones, pero me gusta mucho mezclar las músicas. De la mezcla es donde viene el entendimiento, en la música y en muchas cosas de la vida.