El Museo de Historia de Valencia se mantiene en cifras similares a las de su apertura en 2003 en lo que a visitantes se refiere, muy por debajo, en cualquier caso, de las previsiones que hicieron en su día las autoridades municipales en función de su inversión y sus contenidos. De cien mil visitantes al año llegó a hablarse en aquellas fechas.

Ayer mismo, un técnico del museo denunciaba en este periódico los problemas que arrastra el centro desde su puesta en funcionamiento, entre ellas la deficiente rampa de descarga, las goteras o las averías y falta de actualización que sufren los sistemas audiovisuales, su principal atractivo. Recordaba, así mismo, el error que fue colocar un museo de este calado en un extremo de la ciudad, en la frontera con Mislata y alejado de los puntos de mayor afluencia turística.

Ayer, el concejal socialista Juan Soto suscribía este diagnóstico y añadía algunos problemas más, entre ellos el vaciado de contenidos del museo, visible tras la salida de una de las tablas del Juicio final de Vrancke der Stock, la reliquia de San Jorge o la Sagrada Familia de Juan de Juanes, que acabó en el despacho de la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá.

Y daba una posible solución. "Dado que cambiarlo de ubicación ya es muy difícil y además el edificio es el idóneo, sería necesario darle un carácter metropolitano y conectarlo de alguna manera con el Bioparc para aprovechar estas sinergias", dijo.

El Museo de Historia de Valencia tuvo en 2008 un total de 39.034 visitantes, apenas dos mil más que en el año 2004, el primero completo de su existencia. Tiene, por ejemplo, menos visitas que El Almudín (89.239), el Museo de Cerámica (114.745), el Museo de Ciencias Naturales (75.664), l'Almoina (45.755), el Museo de la Ciudad (40.335) o el Museo Fallero (72.435). Incluso las Torres de Quart tienen más visitas (45.660).