La alquería de la Torre de Benicalap ha vuelto a ser protagonista. Pero no precisamente por su antigüedad, por la cornisa limpia y contundente que recorre sus fachadas principales, o por su jardín plagado de elementos botánicos de gran importancia. La alquería de la Torre ha vuelto a ser noticia por su deplorable estado.

Y es que de esta alquería señorial del siglo XVIII queda ya poco. Su patio está lleno de chabolas ocupadas por inmigrantes ilegales; su jardín se ha convertido en una selva descuidada e indomable ,y su torre, aquella que le da nombre, muestra un deterioro notable. Además, ha sufrido incendios, hundimientos y expolios.

Ante esta situación, que se remonta años atrás, muchas han sido las voces que han tratado de reivindicar su recuperación y conservación. La entidad cívica Cercle Obert de Benicalap ha sido una de ellas.

Con motivo de la puesta en funcionamiento de la Fe de Malilla, Cercle Obert emitió ayer un comunicado en el que acusó al Ayuntamiento de Valencia y a la Dirección General de Patrimonio de favorecer la ruina del patrimonio cultural de Benicalap. Así, la alquería de la Torre es sólo uno de los monumentos históricos a los que se suman, entre otros, las fábricas modernistas Gens de Marxalenes o la antigua fábrica de tejas y mayólicas Ceramo de Benicalap.

Pero existe una diferencia principal. La alquería de la Torre lleva a sus espaldas una larga historia de denuncias y reclamaciones; desde recomendaciones del Síndic de Greuges del año 2003 hasta peticiones de la propia Asociación de Vecinos de Benicalap en 2010.

Y una peculiaridad: no está incluida en el Inventario General del Patrimonio Cultural Valenciano, hecho que ha utilizado la Conselleria de Cultura para no involucrarse en su protección. Sin embargo, que la alquería no cuente con una calificación cultural específica no supone que la Conselleria pueda despreocuparse de su estado, sino que la obliga, en colaboración con el ayuntamiento, a inspeccionar el inmueble y estudiar sus valores culturales y medioambientales para incluirlo en el Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos; un estudio que empezó hace 19 años y sigue todavía en proceso.

Para Cercle Obert existen muchas explicaciones a este hecho, pasando por la inactividad y desidia de las instituciones públicas hasta los interés urbanísticos "especulativos y depredadores". Frente a esta situación, la entidad de defensa del patrimonio ya ha anunciado que emprenderá acciones legales próximamente.