Con texto de Daniel Sala, ilustraciones de Héctor Comino y financiación municipal, el Tribunal de las Aguas de Valencia ha editado un cómic sobre la estructura, labor y proyección de esta institución milenaria designada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por parte de la Unesco. En total, se han lanzado 27.000 ejemplares en castellano y valenciano para repartirlos entre los escolares que visitan el tribunal todos los jueves en la Puerta de los Apóstoles de la catedral. "Ellos son los que deben perpetuar la entidad, dijo Sala.

El cómic fue presentado ayer en el Museo de la Ciudad con asistencia de los autores, del presidente del Tribunal de las Aguas, Vicente Nácher, y de la concejala del Ciclo Integral del Agua, María Àngels Ramón-Llin, que elogió el trabajo realizado, remarcó el compromiso del Ayuntamiento y abogó por la difusión de esta forma de hacer justicia, basada en la palabra y el entendimiento. "Es nuestra obligación y nuestra devoción apoyar al tribunal, porque es una institución única en el mundo", precisó Ramón-Llin.

Para generaciones futuras

Por su parte, Daniel Sala, señaló a los jóvenes de hoy como "la generación que tiene que hacer que el patrimonio cultural no se pierda". "Ese es el objetivo del cómic", destacó.

En su opinión, este trabajo no sólo explica la historia, el funcionamiento y la doctrina del Tribunal de las Aguas, también saca a relucir su esencia para facilitar su comprensión. "Lo importante de esto -dijo- es que diez personas se reúnen para decidir sobre el buen funcionamiento de l'Horta. Esa capacidad de entendimiento es lo que hace que perdure en el tiempo", añadió Sala, quien se mostró muy satisfecho con la respuesta del Ayuntamiento en materia de financiación nada más proponerle la idea.

Finalmente, Héctor Comino destacó por encima de todo la seriedad del relato, alejado de la risa fácil propia del cómic para convertirse en material didáctico y divulgativo. "Lo mismo que me ha servido a mi puede servir a los demás a conocer algo tan de nuestra tierra", dijo.

Al acto asistieron los síndicos del tribunal, retratados con fidelidad en el cómic, muchas personalidades vinculadas a la institución y también alumnos del colegio de las Carmelitas de la cercana calle Muro de Santa Ana, uno de los cuales, Estiven, se convirtió en el improvisado ayudante técnico del acto.