Natalia Alaminos

valencia

Fotos de abelard comes

En una época en la que las sus

tancias químicas distorsionan las propiedades de la mayoría de los alimentos el hecho de poder saborear un tomate que ha crecido de forma natural -sin pesticidas, herbicidas o productos fitosanitarios- es todo un privilegio. Los labradores que defienden un modelo de agricultura ecológica lo saben, y por eso han decidido prescindir del trato con los intermediarios y practicar la venta directa de las hortalizas, verduras y frutas que cultivan, llevándolas directamente de la huerta a la casa de los consumidores.

Son muchos los agricultores de l'Horta Nord que apuestan por esta forma de venta. En general, preparan cajas "ecológicas" con productos de temporada que sus clientes recogen semanalmente en tiendas especializadas o en los mismos puntos donde ellos cultivan. Una de los valencianos que más experiencia tiene en este ámbito es Vicent Martí, un agricultor de Alboraia que lleva toda la vida trabajando en el campo y desde hace nueve años establece contacto directo con el consumidor.

Por veinte euros Martí ofrece una caja con entre 15 y 18 de kilos de verduras. Tomates, pimientos, berenjenas, patatas, cebollas, remolacha, acelgas y lechuga son los alimentos que se llevan los clientes estos días. El contenido de las cajas no admite cambios y depende de la época del año ya que sólo se trabaja con productos de temporada. "Visualmente es lo mismo, pero el contenido no tiene nada que ver", comenta el agricultor al comparar sus productos con los que se pueden encontrar habitualmente en el supermercado.

Una fiel clientela permite que desde su alquería de Alboraia Vicent venda unas 114 cajas semanales, que le permiten vivir de los beneficios que reporta esta actividad. El que lo desee también puede solicitar reparto a domicilio. Según Martí el reciente interés que suscita la agricultura ecológica es sólo de "boquilla" y no se plasma en la realidad. Asegura que desde la crisis la demanda está estancada. "Me encanta el contacto con la huerta, sabes lo que comes y de donde viene", afirma María, que desde hace tres años se desplaza cada quince días desde la Pobla de Vallbona a Alboraia para comprar verduras y hortalizas ecológicas.

Un 80% de los encargos que tiene Martí van destinados a profesores de colegios e institutos valencianos, entre los que funciona el boca a boca. Son personas comprometidas con un modelo de vida sostenible y defensores de la conservación de la huerta valenciana, que se sienten atraídos por la experiencia que ofrece Martí. No es lo mismo comprar en un impersonal establecimiento que llegar a una típica alquería valenciana donde te recibe un agricultor profundamente bronceado de las horas de trabajo bajo el sol que cultiva sus verduras a escasos metros del punto donde las vende.

Una vez al año se realizan unas jornadas de puertas abiertas para que los compradores conozcan cómo se trabaja en la alquería. Martí también participa en unas jornadas de agricultura ecológica con otros especialistas valencianos.

Una huerta desaprovechada

Cada vez hay más movimientos ciudadanos que reivindican el valor de la huerta. En este sentido, Vicent Martí lamenta que se desaprovechen las oportunidades que ofrece el valenciano y las características de su huerta, que permiten alcanzar hasta tres cosechas al año. A su juicio, hay una falta de formación en los agricultores, que practican "la cultura del veneno".

Circuito ecológico en el campo y la ciudad

En varias comarcas, sobre todo en l'Horta Nord, hay iniciativas que promueven la agricultura ecológica, a través de la venta directa o mediante asociaciones sin ánimo de lucro. En el caso de Camp de Túria, un agricultor de Bétera, Paco Beltrán, dice que "cada vez hay más gente que se interesa por esto, pero va poco a poco". Desde hace unos ocho años ofrece sus cultivos sin intermediarios, preparando cajas de siete kilos por trece euros. Como él, unos labradores reciben a los clientes en su huerto, y otros usan establecimientos como puntos de recogida. En Valencia los hay en el bar Laboratorio 2, cercano al Almudín, o en la tienda Herba d'aigua, de Russafa. Por otro lado, asociaciones de consumidores como La Llavoreta u Hortaviva funcionan como intermediarios.