Pedro Catalán Hurtado (Valencia, 1920-2012) se fue de este mundo, seguramente, feliz. Con los retos de su larga vida sobradamente cumplidos. Murió ayer repentinamente y con el Levante UD, el equipo de su alma, en Europa. El abuelo del presidente del club, Quico Catalán, y padre del consejero Pedro Catalán, sembró la semilla del levantinismo en la familia. Sus genes eran genuinamente azulgranas: procedía del bando del Gimnástico, el equipo que se fundó con el Levante FC en 1939, recién terminada la Guerra Civil, y que dio origen al actual club que ahora se consolida en Primera División. El equipo de la ciudad, vinculado a los Jesuitas y a la Valencia más céntrica, aportó el estadio de Vallejo y los colores del uniforme.

Pedro Catalán fue un hombre activo, participativo y muy comprometido con Valencia. En 1979 compaginó los cargos de teniente de alcalde del ayuntamiento y delegado de Ferias y Fiestas en el gobierno municipal predemocrático, entonces comandado por Miguel Ramón Izquierdo, donde aportó el carácter conciliador que ha heredado su nieto Quico, el hombre que ha cambiado el destino del Levante UD. Su nombre está estrechamente ligado, también, a la Valencia de las tradiciones. Era uno de los 70 "cavallers jurats de Sant Vicent Ferrer", así como miembro de la Junta de Gobierno del Santo Cáliz. En 1968 intervino en el 75 aniversario del Himno Regional de Valencia, en una abarrotada Plaza de Toros.

La fe levantinista le llegó, como él contaba, por azar. "Os dejamos jugar aquí si os hacéis socios por 3 pesetas al año", le dijo el entonces el encargado del estadio de Vallejo, a donde acudió a jugar con el equipo del colegio, los Escolapios, porque la lluvia había dejado inutilizado su campo de fútbol. Hasta hace muy poco, se le veía feliz por el Ciutat de València.