Concha Guillén es la nueva directora de Proyecto Hombre. Está al frente de Cáritas desde hace ocho años y ahora asume el reto de hacer lo propio en Proyecto Hombre. Sin pelos en la lengua habla de «valientes» que luchan por dejar aparte una adicción y del riesgo que supone que la Administración les dé de lado.

La crisis económica, ¿afecta al número de usuarios de Proyecto Hombre o hay adicciones con y sin crisis?

Aún tengo mucho que aprender de Proyecto Hombre, pero el perfil del usuario ahora está integrado en la sociedad y tiene su trabajo. Ese usuario es todo un reto para nosotros. Sus adicciones no deben llevarlo a la marginalidad. Ahora, con el cambio de las drogas, hay que trabajar mucho la prevención con jóvenes y adolescentes. El alcohol hace estragos. Y es más barato prevenir que curar.

Precisamente, una premisa de las terapias es que el alcohol «llama» al consumo de otras sustancias... ¿Cómo se puede afrontar un tratamiento con el alcohol tan presente en la sociedad?

Es muy difícil. Yo creo que la prevención es básica. Hay muchos jóvenes «sanotes», pero hay otros... Esas concentraciones de botellones... A mí me causan una enorme tristeza. El alcohol te potencia el estado de ánimo. Si uno tiene el ánimo bajo, el alcohol lo que hace es hundirte más, y si estás eufórico... El consumo de alcohol es abrir la puerta a otras muchas cosas. Y luego, esas concentraciones de personas queriendo evadirse... El alcohol es una droga dura, pero lo tenemos asumido.

De la legalización de algunas drogas denominadas «blandas» ni hablamos.

El alcohol es una droga dura, considerada como tal, y la sociedad lo permite. Otras sociedades permiten el opio y no permiten el alcohol. Yo creo que más que lo que hay que afrontar es por qué una persona tiene que evadirse de su realidad. La clave está en por qué hay personas que afrontan sus dificultades, y otras que buscan evadirse ante el mismo problema. Si enseñamos a nuestros jóvenes a afrontar las cosas, aunque sean doloroso, aunque cueste... Una adicción siempre es una huida. Sea uno adicto al móvil, a internet, al alcohol o a la cocaína.

¿Cuál es la sustancia más perseguida por Proyecto Hombre?

Por lo que tengo entendido no es una única sustancia, sino una «plurisustancia», es decir, suele haber varias adicciones juntas, y el alcohol siempre está presente y va unido a... otras cosas. Y luego, ahora, hay otra realidad que es lo que se llama en psicología «patología dual», que es una adicción con una enfermedad mental. Y cada día hay más. Y aún no se sabe si las drogas atacan al cerebro y provocan disfunciones o si existen enfermedades mentales que salen a la luz tras el consumo.

¿Hay que educar a la sociedad para poder ayudar al enfermo?

Tenemos que cambiar el «chip» de la vergüenza. No podemos estar orgullosos de tener una adicción, pero sí debemos estarlo de que una persona tenga la valentía de decir «me voy a enfrentar a esto».

¿Qué mensaje le mandaría a las administraciones?

Los presupuestos son un reflejo de la importancia que se le da a las políticas sociales. Tenemos mucho que aprender y reflexionar de otros países. Esta crisis no la han provocado las personas que la están sufriendo. A mí me gustaría que la Administración reconsiderara todos los recortes que está haciendo. Desde la tarjeta sanitaria hasta las ayudas a las entidades que hacemos lo que deberían estar haciendo ellos.

¿El Estado de bienestar peligra si entidades benéficas suplen la labor de la Administración?

Es que no debemos sustituir a los servicios sociales. No tenemos que dar por caridad lo que es de justicia. Los españoles tenemos derechos, pues debemos gritarlos y defenderlos. Es lo que nosotros llamamos «la voz de los sin voz». Y la demanda social se incrementa de forma vertiginosa. Porque si yo cubro el servicio los demás piensan que ya no es necesario. Por eso nosotros pensamos ,¿si suplimos el servicio somos cómplices de la dejadez de la Administración? Pero en la Administración también hay mucha gente sensible.

Con los recursos limitados, ¿dónde se pone el límite?

Nosotros tenemos que arrimar el hombro y favorecer iniciativas, pero hay que decirle a la Administración: ´Por Dios ¿qué estáis haciendo? Repartir las cosas mejor´. Que los impuestos de todos no se vayan en sueldos de asesores, así de claro, que no se vayan en grandes eventos. Eso lo hemos dicho desde Cáritas muchas veces y alguna vez me lo han echado en cara. Pero los eventos no crean riqueza. Nosotros lo veíamos porque vivimos una realidad de carencias, de necesidades nunca satisfechas, de derechos que están reconocidos en la Constitución pero que no están llevados a la práctica. Y esa es labor suya.

Y cuando escucha usted escándalos de corrupción con ONG, ¿qué piensa?

Pues da mucha rabia. Cualquier puesto de responsabilidad lo es de servicio. Todos construimos sociedad y si no me gustan muchas cosas de las que hay no quiero ser cómplice. No nos crucemos de brazos ante una sociedad que tenemos que mejorar.